
¿Cómo vais, con la desescalada? Aquí, prácticamente, ni se nota. Es una desesperación y una angustia total.

Los días pasan y pasan y yo paso con ellos sin darme cuenta, sin hacer nada de provecho, esperando a que pase algo, que no sé muy bien lo que es.

Este año, algún día, espero recordarlo como el año negro de mi vida y poderlo decir sin tanto sentimiento.

Espero poder salir del hoyo en el que estoy metida y volver, al menos, a reírme alguna vez. Con mis hijos, con mis amigos…


Seguir pensando que estoy viva, que siento, que lucho, que vivo, en definitiva.
Hoy, como casi todos los días, he intentado dar un paso más, hacer algo más, pero es muy difícil en esta situación en general y en la de mi corazón, en particular.
Sólo ver fotos, oír canciones, cualquier cosa … me produce un cataclismo, un dolor intenso, un no va a ser nunca más…
Ni tan siquiera he ido a la peluquería, aunque me acaba de decir mi cuñada que hay varias abiertas.

Es que me da igual todo.
Pienso que me da igual estar más guapa o más fea; más arreglada o desaliñada, que es como me paso todo el día.

Tengo la muñeca izquierda con una distensión tremenda que cada vez me da más la lata y no voy al médico. Y así todo. En fin, estoy apática, baja de moral, hundida…

Sólo gracias a mi familia (la de Luis) y a unos pocos amigos, me siento un poco viva.

Ellos intentan lo imposible y ya empiezo a sentirme una carga. Sobre todo, con algunos.

Pero es que mi cabeza, a veces, no puede más: que si tirar esto o aquello; buscar piso, pensar en la mudanza tan horrible que me espera, todo el papeleo que sigue ahí casi parado, el trabajo… Es todo una pura incertidumbre.

Por las noches, la casa me recuerda a la película “Rebeca”, de tan grande y extraña que la veo.

Mis gatitos, por otro lado… ¡Si es que todo es una pura tristeza!

Ayer hablé con Macarena, una amiga mía y dice que su hijo quiere uno, pero los miro y me muero de pena.

Son tan buenos, tan cariñosos…

Atienden por su nombre como si fueran perros y llevan tanto tiempo con nosotros, que me muero sólo de pensar que los tengo que dar.

Pero la vida juega con nosotros así y a mí, me ha tocado ahora.

La canción tan bonita de Serrat (Serrat es único para remover sentimientos) de “De vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que, da gusto verla”…

Voy cantándola alto, cada vez más alto… ¡No sabéis cómo me llena la música y qué sería ahora de mí sin ella!

Bueno, pues esa vida, ha jugado conmigo con muy malas cartas. Llevo más de un año y medio sufriendo y tres meses en los que no sé si estoy más muerta que viva.

Esa es la vida que vivimos todos y con la que tenemos que jugar.

A veces, se gana. A veces, se pierde. Este año, yo he perdido muchas partidas, así que, si no muero, espero que lo venga, sea al menos, tiempo de paz, de armonía.

Tampoco pido ya grandes cosas, porque ya las he tenido y se han terminado. Otros, ni siquiera las han conocido. Me consuelo yo misma, pero sé, que es verdad.

Hoy os estoy enseñando ropa para nosotras.
Ropa caprichosa, como la vida misma que os digo.

Ropa para un año, en el que cuando nos la podamos poner, nos parecerá como si vamos a una primera cita, llenas de entusiasmo, nervios y con el corazón encogido por la emoción.
Yo no tengo ganas, pero vosotras ¿Por qué no? Sólo estáis hartas del encierro, como cualquiera.
Pero en cuanto podáis salir, podéis poneros guapísimas y gritar. Y valorar todo como nunca lo habíais hecho antes.

¡Qué envidia me dais! Lo que daría yo por ponerme uno de estos vestidos y bailar en mi habitación, como cuando antes estrenaba algo y se lo enseñaba a mi marido.
Él, me miraba extasiado, se reía y siempre me decía: “¿Pero cómo te puede gustar tanto la ropa? Es que te transformas…»

Me gustaba hacer el tonto y enseñárselo, porque sabía que le iba a gustar. Le gustaba que fuera feliz con cualquier cosa.

Pues ya veis que son vestidos y prendas caprichosas, sí. De llamar la atención.

De saber que te sientan bien y llevarlas con garbo. De sentirte la reina del mundo.

Hay de todo, como veis. Desde vestidos lenceros, que te los pones desde por la mañana, hasta caprichos para salir en las noches calurosas de verano y recordarlos toda la vida.

Yo tengo algunos que siempre recuerdo por tal o por cuál cosa. He tenido una vida muy intensa, esa es la verdad.
Y, hasta en la ropa, se puede reflejar tu estado de ánimo.
¡Vamos, que me lo digan a mí! Tengo vestidos con los que me enamoré aún más si cabe; otros, que me transmiten ternura; otros, genio y malos días…

¡De todo!

Como éste vestido de lunares marino. ¡Me priva! Tuve uno del estilo y es uno de los que os digo que me trae recuerdos imborrables…

Su diseño es de enamorar, con ese corte tan bárbaro en la cintura, con la lazada caprichosa en la parte trasera. No me digáis que no es bonito…

Para Burgos, es perfecto. En Madrid, cuando empiezan días como hoy, empiezo a hiperventilar y no sé si sólo me lo podría poner los días más frescos.
Pero todas las que me leéis, que sois “unas escarchadas”, iréis encantadas con él… Es una auténtica maravilla.

Siempre, como os dije alguna vez, me quedé con las ganas de que Félix Revello del Toro me hiciera un retrato y me ha venido ahora a la cabeza. Otra cosa que se me queda sin cumplir (me he acordado por esta chica morena, la modelo, ya que sólo pintaba mujeres morenas )

Ya veis qué mangas y qué fruncido tiene en el delantero ( sigo con el de lunares).
Si te queda bien y si es tu estilo, no lo puedes ni dudar. Puedes llevarlo con alpargatas si eres alta y muy de mañana o bien con unas sandalias de tacón para las noches. ¡Es ideal del todo!

Otro precioso, el vestido blanco de tirantes, con el corte bajo el pecho… Desde luego, está muy bien estudiado para que siente como un guante.
Las mangas diferentes, el bajo con tablones asimétricos, todo…
Es un vestido blanco para los días más calurosos, pero ¡Qué vestido blanco! No es una batita de esas que veo miles en Madrid cuando aprieta el calor. En absoluto. Es otro caprichazo.

Para cosas normales, no estoy yo aquí escribiendo. Vais a Zara o a cualquier gran almacén y listo. ¿ No creéis?
Divinísimo el abrigo negro de pompones que os enseño ahora. Para una noche en la que queráis dar el golpe, no hay nada igual.

Hay que saber ponérselo bien, sobre un vestido básico, lencero y que no abulte mucho, para después lucir en todo su esplendor esta maravilla.
Ya veis, con cinturón, queda espectacular. También lo podéis llevar sin él y darle un aire más fresco, más salvaje…
Para cualquier día que queráis impresionar, lo tenéis en bandeja.
Al igual (eso va en gustos), que el vestido blanco, que veis aquí abajo.

Sobre un vestido negro, queda cañón, aunque yo me lo pondría más básico para que el vestido de encima tuviera todo el protagonismo.
Con el collar, el pelo recogido o el pelo suelto, la noche es tuya. ¿Lo dudas? Yo, me quedo con el negro en este caso. Y eso que soy morena de verde luna…
Los que jamás fallan para un día especial, son los vestidos negros largos.

Y más si son como éste, de espalda baja descubierta y el diseño de la parte del pecho tan ideal.

Claro, ya sé, ya sé. No se lo puede puede poner cualquiera. Eso está claro. Pero es que unos días escribo para unas y otros, para otras.
Hay que estar delgada, tener un tipo bonito, etc. De lo demás, se encarga el vestido, que sienta como un guante.

Si estás esperando al amor de tu vida (ayyy, qué romántica soy, por Dios, no lo puedo evitar), no puedes hacer mejor elección.

Y aún más al estilo “Gilda”, el vestido largo negro Even, con abertura en la pierna, drapeado y con relleno en el pecho.
Éste no sería para mí, claro… Pero para las espingardas que no tenéis ni chicha ni limoná, os vendría de perlas.

¡Hay que sacarse partido como sea! Y si te tienes que poner relleno, pues te lo pones. Si la ocasión lo merece, eso por supuesto.
Otro estilo, es este vestido estampado en negro y oro. Es como de revista, para algún acto o velada muy especial.
A mí me estaría ahogando sin remedio y además, no me va. Hay que ser muy delgada, no tener casi pecho, etc.
Pero el vestido en sí es un joya, de estilo camisero, largo, con botonadura delantera en este estampado tan especial y cinturón en el mismo tejido, así como forro.
Lo que os digo, para súper delgadas, elegantes, sin querer estar especialmente sexys.
Mañanero y muy atractivo, vestido Combi negro, combinado con beige, con tirantes graduables y toda la parte de arriba engomada.

Para ponértelo desde por la mañana, para ir a trabajar o para cualquier cosa.

Al igual que el vestido negro Combi goma, más abrigadito (me dan sudores), con manga al codo y combinado también con beige y toda la parte superior, con goma elástica.

Bonito, lo es y mucho.
Todo depende de vuestros gustos, de si os vestís desde por la mañana coquetas (como he hecho yo toda la vida) o si dejáis la coquetería para por la tarde.
Desde luego, en Madrid, como os he dicho mil veces, las chicas-señoras, no se caracterizan por vestir especialmente bien.

El estilo de vida también influye y ya os he comentado muchas veces, que, cuando llegué, a veces me preguntaban que si iba a una boda.

¡Por Dios! Y llevaba un traje de chaqueta o un vestido mono que en Burgos, es lo normal… Por eso os digo, que, depende desde dónde me estéis leyendo, os parecerá una cosa u otra.

Todo esto se me antoja ahora tan frívolo…. Y mira que me gusta la ropa. Más que nada. Pero estoy pensando:

¿Para quién me voy a intentar poner guapa ya? Es inevitable, me viene una y otra vez a la cabeza.

Quién me va a decir: ¿Pero quién es la más guapa del mundo entero? Pues nadie, para qué nos vamos a engañar.

Idealísimos de la muerte y muy “míos”, los vestidos étnicos, bien en tonos rosas, bien en tonos azules.

De tirantes, frescos. Son de los que me pongo desde por la mañana.
Cuando iba en autobús al trabajo, el primer año de llegar a Madrid, a las siete de la mañana, yo notaba que me miraban y me miraban.
Sabía perfectamente que era por el vestido. Pero me daba igual. No iba a renunciar a mi forma de vestir de toda la vida, por tener que ir con gente que llevaba pantalón y camisa como mucho arreglo.

Como era todos los días el mismo recorrido, al final, se acostumbraron a verme e incluso hice amistad con dos maestras que me preguntaban que dónde me compraba la ropa.

¡Ayyy, que duro fue ese año!
¡Pero qué contenta y feliz iba yo a trabajar, con ese horario tan espantoso! Lo que os digo, que todo es relativo en esta vida. Está más que claro.

Me chiflan, como veis, los vestidos largos bonitos. También los cortos bonitos.

¡Me chifla o chiflaba la ropa! Espero que me quede algo. Algo de tanto y que no me acostumbre, como dice la canción de Silvio Rodríguez, a «andar con tanto de nada”, que es como estoy ahora.

Mañanero y súper femenino, el vestido amarillo pálido de gomas en el pecho y trasera con dos tiras. ¡Otro capricho ideal!
No me puede parecer más mono para ponértelo en pleno verano desde primera hora. Después, va apretando el calor, pero un vestido como éste, es lo más bonito que os puedo ofrecer para Madrid.
Sí. De Madrid al cielo, pero a veces, directa al infierno.
¡No soporto el calor, ya lo sabéis! Pero si hay que soportarlo y para estar guapa hay que sufrir, que sea con vestidos como éste.

Más divinidades con el vestido azul Cin, otro caprichazo con el que podéis celebrar el fin del confinamiento.

No hace falta que lo describa porque ya lo veis… Es una auténtica gozada. Si bien, tampoco es para cualquiera. Tiene bastante volumen, hay que estar delgada, etc.

Pero me leerán chicas delgadas, digo yo… Que me decís de todo, pero con este vestido, si es de tu estilo, eres delgada y no te sabes sacar mucho partido, no te preocupes, que el vestido sólo se encarga de hacerlo por ti.
Mangas abullonadas, bajo asimétrico y parte trasera con botones, espalda al aire con lazada romántica…
Me parece una maravilla. Yo lo llevaría con tacones, aunque no muy altos. No le pega a esta maravilla.

Si sois altas y delgadas, con planos o alpargatas, estilazo total.
Muy sexy, y para las noches de glamour y fiesta, el vestido Paiette de tirantes, en tonos rosas es una monada. Con abertura delantera, le puedes dar un aire más aniñado, como en la foto, con la diadema de flores o bien con la melena al viento….

¿Qué os parece?

Y aunque sea más bien para altas, este vestido multivolantes, es muy de mi estilo para un día especial.

El estampado es delicioso, largo, con una caída brutal, el corte de la cintura, cremallera trasera y volantes, volantes y volantes…. ¡Ay, cómo estoy! No os olvidéis de él. Es una joya.

Y también colosal, y creo que me quedaría mejor, el mismo estampado pero sin los volantes. Largo, sugerente…

¡Otra divinidad! ¡Ánimo a las chicas de Madrid! En Burgos, en alguna fiesta de apertura del verano, ya se lo habría puesto más de una.
Vuelvo de nuevo a los vestidos lenceros y mañaneros, como éste, amarillo, de encaje y tirantes, más corto por delante que por detrás. Con unos complementos bonitos, estás ideal todo el día.

Las que os podáis permitir el lujo de poneros este vestido de volantes rosa, que es superior, pues mi enhorabuena. Ni que lo llevéis con unos zapatos coquetos o bien os pongáis unas zapatillas, como la modelo. Todo os quedará bien.

Es un sueño de vestido. Pero ojo, que es complicado.
No me gusta con mucho tacón, porque evidentemente no le va para lo ancho que es… Ni me gusta con las zapatillas porque Dios no me ha hecho así…
¡Ya me las arreglaría para buscar los complementos perfectos y dar el campanazo!
Ayyy Dios mío… ¿Y si quiero soñar un poco? ¿ Y si me bajo de este mundo por un buen rato? Pues eso.

Os voy dejando fotos y también de cazadoras espléndidas y cosas más abrigadas, ya que ¿alguien acaso sabe cuando va a terminar este encierro, que va a terminar de una vez conmigo, sin poder salir de esta maldita casa?

No ¿no? Nadie lo sabe. Pues por si acaso, que sepáis que también podéis compraros cosas de entretiempo porque con esta vida que tenemos ahora, todo es un puro interrogante.
¡Por Dios! ¿Quién dijo que empezara el año 2020? ¡Quién se iba a imaginar cuando tomamos las uvas que al menos, para mí, comenzaba el peor año de mi vida!
Cambia, todo cambia… Eso quiero pensar yo. Me lo repito mil y una veces, pero de momento, sigo igual.

¡Ojalá pueda decir algún día que he salido del pozo y lo pueda celebrar de alguna manera con quiénes tanto me están ayudando!

Si cabe, aún estoy más triste hoy, porque con uno de ellos, no voy a volver a hablar.
No era justo que estuviera todos los días para mí. Él tiene su vida y no podía consentir robarle tantas horas.
Siempre le he querido y siempre le querré. Todo lo que me quede de vida.
Un beso de mi millonésimo día de sufrimiento.