
Bueno, pues a 24 horas de FIMI, os escribo el último artículo de la semana. Llevo unos días que, para qué os voy a contar, si cada una tiene sus problemas y sus líos…
Perdonad si no he podido contestar todos los mensajes, pero no me da la vida más de sí. Prometo ir contestándolos sin tardar mucho.

Este año sé que van firmas nuevas, algunas de las cuáles ya conozco, y son realmente bonitas…

Desde luego, en este mundo, o te renuevas y estás espabilada o te comen. Hay tantas, pero tantas marcas bonitas…
Lo cierto es que hay muchas del mismo estilo, con lo cual, no me extraña la guerra que hay entre ellas con respecto a las copias.


Es una pena que unos tengan el talento y otros, se lo plagien. Como os dije otra vez, vivan las ideas, la originalidad y la imaginación para diseñar. Las meras copias, con distintas telas, tenían que estar penalizadas.
Pero bueno, éste es un asunto muy traído y llevado y parece que no se puede hacer nada al respecto. En fin…
Y bueno, como lo prometido es deuda, sí, sigo con las Comuniones. Que me perdonen una vez más las madres de niños, pero, aparte de que hay poco dónde elegir, no me encanta, y siempre digo que con americana y corbata es como mejor van.

Hoy os hablo de nuevo de dos marcas. Las dos muy lejos de las princesas de cuento, de mucho encaje y adorno… Son más bien, vestidos únicos, con clase, originales, con duende, hay que saber entenderlos.

Muchos son muy sobrios, quizá demasiado para algunas, pero yo soy del menos es más… aunque reconozco las maravillas de diseños de marcas que hacen verdaderas obras de arte, pero que a mí, para un día, no me terminan de convencer. Demasiado… no sé, recompuestas, artificiales, más bien parecen pequeñas novias…

Aunque de todo os enseñaré otro día, porque ya he dicho que el mérito de los diseñadores y lo que gustan a mucha gente, en modo alguno se lo quito.

Pero hoy va a ser todo sobriedad, gusto y sencillez.
La primera de la que os hablo es de la marca «Navascués», marca que me apasiona, tanto en Comunión como en Novias. La conozco desde hace mucho, prácticamente desde que era pequeña y oía a mi madre hablar por teléfono: «Pues, no sabes, fulanita se casó con un vestido impresionante de Navascués…”

Ese nombre se oía mucho en mi casa y yo pensaba que casarse vestida de Navascués , debía de ser algo muy importante, a juzgar por lo que oía.

Y ya, mayorcita que soy, jajaja, llevo años admirándo a su diseñadora Cristina Martínez – Pardo Cobián, una de las grandes profesionales de la costura en nuestro país.

Su firma es todo un referente en el mundo de la moda, sobre todo en Novias, y se caracteriza por su gran interés por los detalles. Ya sabéis que esto me puede…

Bueno, pues las mismas maravillas hace en Comunión. Tejidos exclusivos, mezcla de texturas, bordados, encajes…
Cada diseño tiene algo que te engancha, que te enamora.
El buen gusto destila a raudales. Ni pizca de ostentación, recargamiento ni cursiladas. Todo lo contrario, como os he dicho.

No os voy a hablar de cada modelo, porque es una tontería describirlos. Vosotras ya los vais viendo, aunque, como ya me conocéis, algo diré…jajaja.

Enamorada del todo me tiene este vestido, en el que se mezclan varias cosas: punto, vestido de ensueño, corona de hortensias divina, alpargatas…

El resultado es espectacular. Una niña delicada, con un estilazo que no se puede aguantar… Las mangas son divinas y la especie de “toquilla”, que no es toquilla, claro, todo un acierto. La corona me apasiona.

Si queréis originalidad, aquí la tenéis. Y sin mucho cuento. Lo que hace falta es saber combinar, nada más.

No es cuestión de que la tela tenga miles de flores, la espalda más y volantes por doquier. Una lección de buen gusto nos da esta marca.
Otro vestido sencillo pero original como nada y que me chifla es éste, al que yo he llamado baberote: es lo que destaca, siendo después pura sencillez y elegancia, sin mucho vuelo…

Una maravilla auténtica. Buenos tejidos, lo cual se nota y ya está. Fijaos qué mono queda con una minúscula chaquetita, para los sitios en los que puede hacer fresco. ¡Burgalesas, poned atención!
Y el pelo suelto, con la coronita de flores. Ya el baberote dice todo. No necesita grandes recogidos ni nada por el estilo.

Me fascina también el de manga tres cuartos, con tira bordada, talle alto con cinta de raso en un rosa divino, con lazada a un lado y una especie de magnífica “cofia” de tocado. Es bárbarísimo.

No me digáis… no tiene recargamiento alguno, ni grandes vuelos (horribles), ni grandes nada. Sólo talento y un gusto exquisito. ¿Cómo lo veis? Yo, de morir. De verdad.

Cómo es… me dan ganas de poner ese tocado para cualquier cosa de Ceremonia. En unas niñas de arras también quedaría divino.

Muchísimo encanto también en el vestido blanco con banda y encajes crudos… soberbio, con su coronita de flores. Más original, el que tiene el cuerpo de punto, que resulta absolutamente encantador.

Los dos distintos y no sabría cuál escoger…

Y ¿qué me decís de esta maravilla, de tela bordada y fajín estampado, en tonos suaves? Desde luego, no me diréis que está visto, ni nada de eso. Todo en Navascués es sorpresa, delicadeza, detalles… ¡Fascinante!

O éste, sencillo y precioso, blanco, blanquísimo, con cuello de volantito, al igual que la manga al codo.

Fajín delicioso en el talle alto, y la falda de tela perforada. Me privaaaaa
La corona, también de flores blancas, remata el modelazo.
Y sencillamente impresionante, este vestido, en crudo, con un diseño excepcional (fijaos cómo sienta), con mangas de morir, en tul bordado con volante exquisito .

Y tocado de lujo, a modo de toca de monjita (cómo me gusta, por Dios), también de tul. ¡Cómo está la niña!
Me encanta para niñas que sean pequeñitas de tamaño (vease, en mi familia). Queda mucho más mono y lo llevan con más encanto. Eso me parece a mí, claro.
Hay que llevarlo con seguridad y entusiasmo, encantada del divino modelo que llevas.

Otro impresionante: el de plumetti con manga farol que lleva esta chinita tan ideal. Sencillo, pero que dan ganas de comprarlo ahora mismo.
Aquí lo veis entero, acompañada por otras niñas con soberbios vestidos.


Y espectacular por su sencillez, éste con los puños de tul. ¡Cómo sienta! Eso es lo importante. Y aquí, sí que cabe un tocado grande, campestre, precioso.
Los tocados y coronas no son de Navascués, pero eso tocará otro día contarlo.

Os enseño lo poco que tienen de niño, pero que es lo que a mí me gusta: el niño con americana azul, pantalón beige, camisa celeste y corbata, que es ni más ni menos que como fueron los míos.

También muy mono el de bermudas, con una camisa y chaqueta, en marino o el que lleva americana con bermudas marino, medias altas y corbata.

Lo siento, pero es que los niños es cómo más guapos están…Ya sé que hay gustos para todos y hay algún marinero, con bermudas que he visto por ahí, bastante bonitos.

Y la otra marca de la que os hablo hoy es “Teresa Palazuelo”, otra grande de la moda, que lleva 25 años con su taller de costura.
Periodista y siempre rodeada de arte, entiende la moda como una variante más de éste. Especializada también en vestidos de novia, diseña y confecciona ahora vestidos divinos de noche y de fiesta, así como pequeñas colecciones de Primera Comunión y vestidos de arras y ceremonia, que es a lo que me voy a referir.

Todos sencillos, como ya os he dicho, pero todos perfectos para ese día. No se pasarán de moda jamás, ya que son clásicos, eternos.

El vestido Catalina, de tul de algodón, tiene corte evasé y puntillas en horizontal, como podéis apreciar. También en las mangas y en el escote.

Muy lejos de los vestidos “Menina” de los que hablaba el otro día. La pura sencillez permite perfectamente llevar esa corona de flores grande. Yo me lo pondría con alpargatas a juego de la Corona.
Colosal por la espalda también, sencillez absoluta, pero, ojo, una maravilla. El tejido, los detalles… hay que entenderlo. Y hacedme caso con lo de la corona de flores grandes y las alpargatas…¡Divinoooo!

Otro precioso es el vestido Manuela, de piqué de canutillo blanco (como me gusta el piqué). También con corte evasé y puntilla cruda en la pechera, que me parece especialísima, al igual que en las mangas y en la espalda.

Me encanta tal cual, sin añadir nada. Únicamente la corona de flores que a todos estos vestidos, les va como anillo al dedo. Se lo pueden permitir perfectamente. Divino también con las bailarinas rosas que lleva.

Vestido Lala: una preciosidad en batista de algodón bordada con plumetti, falda de tablas y detalles de puntillas anchas color crudo en el cuello, puño y parte inferior de la falda.

Ya me diréis la de detalles que lleva y no se nota ningún recargamiento, sino todo lo contrario… ¡Me pirra!
Por detrás, apreciáis mejor el detalle de las puntillas en las mangas y en el bajo. Me parece magnífico. ¡Ayyy! Esto es lo que ahora sí que venden en Burgos, pero cuando mi hija hizo la Primera Comunión, como os dije, me tuve que venir a Madrid, espantada de las “Meninas” que me perseguían por todas partes.

Otro ideal: el vestido Cova, de tul, fruncido, talle ligeramente alto y marcado con una puntilla montada sobre cinta de terciopelo a juego de los detalles que rematan el cuello y las mangas.
¿Veis? Detalles, detalles… Vestidos de auténtica locura y cómo os he dicho, eternos. Los pueden utilizar varias niñas de la familia. El de mi hija ya lo han llevado cinco.
Eso es lo que tiene el ser clásico, sencillo y con clasón: que no se pasa de moda. Super importante.

Hay gente que se gasta fortunas en vestidos de princesas y al cabo de dos años, ellas mismas se arrepienten y dicen que para qué se volverían locas con llevar a la niña así. Confesión de una madre arrepentida, una tarde cualquiera, mientras tomábamos un café.

Otro monísimo es el Soraya, quizá mi favorito, por su originalidad y absoluta sencillez perfectamente estudiada. De batista haciendo jaretas, con corte en el talle alto y cinturón (parecidísimo al de mi hija) de tiras bordadas a juego del remate del cuello y de los puños.

Me parece irresistible (sé que muchas no lo entenderéis) y de una clase increíble. Fijaos qué espalda con botones… Yo le pondría un lazote en el pelo a un lado y unas alpargatas monas a juego. Ideal de la muerte.

Y aprovecho, ya que muchas me lo han pedido, para enseñaros, algunos vestidos, llenos de color, que ha diseñado Teresa Palazuelo para las invitadas o para cualquier fiesta o Ceremonia.

Me encantan porque son como desestructurados, atrevidos, alegres. Ellas se sienten mayores con ellos, sin dejar de ser unas niñas…
No me digáis que no son monos y desde luego, una vez más y gracias a Dios, sencillos. Me chiflan los de la espalda al aire con la corona de flores. Para pleno verano, van preciosas.

Es un ramillete de niñas para que cojáis alguna idea, pero yo las veo fantásticas. Frescas, divertidas, cómodas y bonitas.
Como os he dicho con las Comuniones, estos vestidos admiten cualquier tipo de adorno bonito, dada su sencillez. Y ¿qué cosa más bonita que una coronota de flores?

Teresa va a tener que seguir ampliando más y más su taller, visto lo visto.

Y ya os dejo. Espero que a muchas os gusten este tipo de vestidos de estas dos marcas. Desde luego, indiferentes no os pueden dejar. Hay mucho, pero que mucho gusto en ellos… No os dejéis llevar por fantasías que duran un día.
Aunque como reconozco que soy muy intransigente, también entiendo que si tienes una hija única y te gusta vestirla de princesa y con todo tipo de adornos, me parece fenomenal.
Un beso sin florituras
Maravilloso, a mi tambien me nencanta la marca navascues.
Precioso post, lo has descrito maravillosamente. Mil gracias.
¡De nada! Ha sido un placer.