
Hoy paso por aquí de puntillas y no creo que termine nada, puesto que ya es muy tarde y es el día del Trabajo. ¡Para que veáis cómo estoy!
Estoy ya tan acostumbrada a “andar con tanto de nada”, que por inercia, me siento en la silla y empiezo a escribir.

Algunas me habéis enviado mensajes sobre el último post y me habéis dicho que no os podéis permitir el lujo de llevar esos modelos, que son muy atrevidos, que son para chicas bellezones, etc.

Bueno, pues puede ser. Claro que eran vestidos y monos entallados y desde luego, si te sientan mal, arruinas el día. Eso ya se sabe. Pero es que otro día, tocará otra cosa..
No puedo escribir acerca de todo lo que me decís, porque si no, no daría abasto y a estas horas, sería una «personal shopper» famosa, cosa que ni de lejos.
Yo comento sobre lo que veo. Opino, doy consejos y poco más. No pretendo instruiros a todas en el arte del “vestir con elegancia tengas la edad que tengas”, aunque me gustaría.

Con un poco de sentido común, ya se consigue bastante.

Unos días les encajará a unas; otros, a otras, y demás.
Por ejemplo, hoy, lo voy a hacer sobre los complementos, que son los grandes olvidados por muchas a la hora de tener un evento.

Y digo olvidados, no porque no se los pongan, que algunas se pasan de tanto adorno, sino que me refiero al complemento como centro de todo lo que vayas a llevar. Hablo de » Quesenote»

¡Me pirran los gorros, pamelas, casquetes y demás! Si por mi fuera y tuviese más ánimo, ahora mismo estaría escribiendo con uno puesto (no sería la primera vez que lo hago).

Recuerdo cuando mi marido llegaba a casa y se partía de risa cuando me veía concentrada con un precioso casquete beige con flores que tengo…
Como me dijo una vez: “si no fuera porque eres tan guapa , parecerías la tonta del bote” (léase en tono de broma). Pero ni broma, ni no broma… El enfado que me cogí, no fue normal. Luego, siempre nos tronchábamos al recordarlo.

Y por supuesto, tampoco os creáis lo de guapísima. A él se lo parecía y con eso, me bastaba. Soy … bueno, vamos a dejarlo, que sólo me faltaba describirme a mí misma.

En fin, que este post que he empezado como sin querer, se va a convertir en uno de los que más cariño voy a tener.
Porque todo el mundo que me conoce, sabe lo que me gusta un sombrero o un tocado y por todo lo que mi marido (me regaló unos cuántos que nunca me puse, pues no hubo lugar) se reía de mí. En fin…

Todos los que veis, tanto tocados, pamelas, como collares, cinturones y demás son de la marca “Quesenote”, únicas en hacernos brillar en los días que queremos y únicas también, en que cada detalle se note, se vea, se luzca.

Este año, debido a la dichosa pandemia, aún no hemos podido ver a nadie llevarlos, pero espero que, a partir de ahora, ya enseguidita, asistamos a desfiles de bodas en los que los complementos brillarán y parecerá que la normalidad ha vuelto a nuestras vidas…

La mía ya jamás será igual, pero no me queda más remedio que seguir respirando, porque parece que, aunque quieras, no te puedes morir, así sin más.

Y por eso, os enseño algunas de las creaciones de este año, que más bonitas no pueden ser.

¡A ver quién puede llevarlas! Será una suerte para ellas, desde luego, porque lo hacen todo con un gusto y una delicadeza extrema.

¡Nada de baratijas ni brillos! Delicados turbantes, casquetes con flores y pamelas enormes con encajes y demás maravillas, es los que nos espera.

Uno que me priva más de lo normal, es este casquete con floronas, que me tiene totalmente enamorada desde el día que lo vi. ¡Cómo es!

El color, ya sabéis, dice mucho y no puede ser más elegante. ¡Elegantísimo! Llevas un conjunto beige o verdoso o un vestido en estos tonos y no podrás estar más ideal…
Yo me imagino con él dando vueltas por mi habitación y soñando… Siempre lo he hecho, aunque ahora, me sale la tristeza por todos los poros de la piel. Pero aun así, lo hago, aunque llore. Por todo lo vivido. Por lo feliz que he sido.

¿Os gusta? ¡Desde luego! Si es así y tenéis ocasión, no os lo perdáis. Dejaréis deslumbrado a quién sea, siempre que lo llevéis bien puesto y bien combinado. Y por supuesto, como único adorno.

Otro favorito es el pamelón nude que lleva esta chica. Parece de otro siglo y no me puede chiflar más. ¡Qué delicadeza y qué arte hay que tener para llevarla como Dios manda!

Veis las flores repartidas y los encajes en la base, es decir, por encima del pelo en la parte delantera. ¡No puede ser más divina!
Tanto para un vestido nude (me pierde lo monocolor, ya lo sabéis), como para dar el toque dulce a un conjunto más cañero, de colores fuertes, como morado oscuro, etc.

¡Ayyy! Os haría unos conjuntos de rechupete. No hay nada que me guste más. Y ver a una invitada bien vestida y elegante es casi un lujo a estas alturas, no es por nada.
Aunque, de todas formas, estoy recordando ahora un artículo de Ángeles Caso, que siempre me gustó y que parece hecho para mí.

Lo digo, porque, ahora, cuando escribo de moda, me parece cada vez menos importante. Será mi estado de ánimo también, pero qué razón tenía aquél artículo… No me hagáis mucho caso, pero es como si os estuviera recomendando frivolidades.
Pues claro, ya se sabe que comprar una pamela, no es una cosa muy profunda. No sé. Me siento rara.

Será también que el amor de mi vida se fue para siempre el veintiuno de febrero y a mí, con él ya me bastaba.
Será que jamás he sido superficial. He sido siempre comprometida, pensante, leyente y escribiente, como me decía mi padre.
Será que veo ya tantas y tantas injusticias en el mundo, que hablar de moda me parece hoy un poco ridículo.

Será que la gente lista, buena, equilibrada y generosa se va y se quedan (o así me lo parece a mí, repito), los egoístas, los falsos amigos, los hipócritas, los indiferentes que no se mojan nunca, la gente que resta y no la que suma. Será todo eso lo que me está pasando…

Como decía esta periodista, será que, a estas alturas de mi vida, ya he vivido las suficientes horas. Horas buenas y horas malas y por eso, coloco a la gente que ha formado parte de ella en su lugar


verdadero. Donde siempre debieron estar.
A estas alturas, y si no tuviera responsabilidades con mis hijos, estaría encantada de irme a vivir a un pueblecito encantador, rodeada de animales, con el cielo azul o gris, según la estación del año.
Iría saboreando cada minuto, observando los cambios de estación, que es algo maravilloso.
Tomaría una taza de café con leche por las mañanas, olfatearía el aire sano de los pueblos y, así pasaría la vida: cantando, oyendo música, leyendo mucho, escribiendo y poco más.

Con esto, ya me daría por satisfecha. No me importa (nunca me importó) el éxito, el poder, el dinero (excepto lo justo para vivir con dignidad).
Nunca me ha gustado que me hicieran cumplidos, aunque no fueran falsos, por mi timidez (que con el tiempo, va desapareciendo), ni que me dijeran piropos.

Soy muy normal, soy de todo o de nada, soy clara (demasiado, a veces) y me gustaría morirme así, tranquilamente.
Sólo quiero ya la felicidad de mis hijos, que tampoco son materialistas. Nunca me gustó la gente que tiene, que exhibe. Me gusta la gente que piensa, que siente, que es.

Me iría a la cama con la conciencia tranquila, que es lo mejor del mundo.
Mantendría mis escasos pero inmensos amigos y compartiríamos horas de charlas inmejorables e intentaríamos arreglar el mundo,

como tantas veces…
Seguiría con la libertad para decir lo que quiero y a quien quiero y me gustaría llorar mi dolor a solas y de vez en cuando tener tiempo para reírme por tonterías y no convertirme en una amargada.
Me gustaría no quejarme por bobadas nunca más (qué tonta he sido) y tal vez, si la vida fuera justa, que lo dudo y mucho, encontrarme con los míos de nuevo en otro mundo mucho mejor.

¡Vaya, la que he liado con el post de complementos!
Pero bueno, así ha salido y así lo dejo.
En realidad, lo más importante es que los veáis y que sepáis que podéis disfrutar de ellos en cualquier evento que tengáis, se hayan aplazado o no.
“Quesenote” es una marca magnífica, como muy bien habéis

visto.

Tal vez me lleve un pamelón al pueblecito y me haga una foto así rodeada de un rebaño de ovejas… jajaja.

¿Por qué no? Ya os he dicho que me encantan los tocados.
No podría haber escrito nada sin el Ángel de la Guarda que tengo cada día, antes de acostarme.
Le quiero. Siempre le quise y ahora es mi refugio, mi aliento, mi vida.
¿Quién dice que no pueda desayunar con un collar de flores o un casquete? Jajaja.
Os dejo hoy con un poco de inseguridad, pero segura de que, lo que hayáis visto, sé que os habrá gustado.
No intentéis entenderme mucho, porque es inútil. Ahora estoy así, y quien quiera, que lo lea… ¡Libertad, siempre libertad!
He carecido de ella tantos años….

Un beso bucólico
Exclusivos esos tocados…y arte para llevarlos …porque mirar seguro que lo hacen…me parecen divinos…pero luego tienes que estar toda la ceremonia con ellos puesto? No tengo idea porque nunca me he puesto ninguno ni parecido…pero por si algún día me animo…
Yo también espero poder reencontrarme con mi padre en el otro mundo del que nunca pude recordar ningún beso ni abrazo pero confío que ese reencuentro será mágico… único porque en mis sueños siempre se difumina y lo pierdo…de nuevo.