
¡Qué semana tan cortita! Ya os veo las caras de felicidad… A mí me viene de perlas para comprar regalos, porque aún no tengo ni uno.
Como siempre, el de mi madre, el más difícil, por no decir imposible. Aunque diga que quiere tal cosa, al día siguiente, se arrepiente y dice que no, que no lo quiere.
¿Qué ha pasado? Pues que ya se lo había comprado.
Es que, el que mi madre diga que quiere algo, es un milagro

como para desperdiciarlo…

Nada más, decirlo, lo compré por internet, y justo llamó por la noche para decir que, como ya me conoce, por si acaso, que no lo comprara porque ya no lo quería.
¿Qué opináis? Pues eso. Ahora, a esperar a que llegue y acto seguido, a devolverlo… ¡Ayyy Dios mío, qué difícil es que le pueda gustar algo!
De los niños, lo solucionaré rápido, espero, porque Juan ha pedido camisas para los trajes para ir a trabajar y alguna que otra cosa; Almudena tendrá todo sorpresas, porque con ella tampoco se sabe nunca y a Pablo, no sé si le traerán algo…

Luis (mi marido), es como un niño pequeño y hace su lista a los Reyes Magos, a la cuál casi nunca hago caso. Pide cosas rarísimas, como estaciones meteorológicas, piezas para algo, cuadernos con una goma… Vamos, que yo, como si no lo veo.

Esas cosas se las suelen regalar sus hermanas. Yo, lo que me gusta a mí. ¿Sabéis lo que ocupa y lo horrorosa que es una estación meteorológica encima de mi cómoda?
Y además, ¿Para qué? ¿Qué nos importa los grados que hace o los que va a hacer? Si siempre salimos vestidos como queremos, sabiendo que ahora hace un frío que pela y punto.

Vamos, un regalo inútil y feo. Pero no hay forma de convencerle. Varios años la ha pedido ya… ¡Un horror!

Mi querida hermanita, como siempre quiere algo para la casa y mis sobrinos, pues ya veremos: unas zapatillas para Jaime y Paloma, es la más fácil, porque le gusta casi todo y es super agradecida, y además lo cuida como si fuera de oro.

En fin, mientras algunos estáis esquiando (cosa que no me da nada de envidia) o en Londres (eso sí me la da), nosotros aquí, haciendo compras, que después, en Burgos, no hay tiempo para nada.
Estos días, me estáis pidiendo encarecidamente que hable ya de Comunión, de vestidos y ropa para invitados de esos días, pero me voy a a resistir un poco más, porque me parece demasiado anticipado hablar de la próxima primavera, cuando aún no ha empezado ni la Navidad.

Cada cosa, a su tiempo, por favor. Las histéricas que ya están buscando el vestido, pues que queréis que os diga… No me gusta nada en lo que se han convertido las Comuniones, pero nada. Tipo boda o peor.
No hay nada que más me espante que la típica niña tipo Paris Hilton, a la que ya le están encargando las invitaciones. ¿Desde cuándo una niña o niño entrega invitaciones? Y por supuesto el Candy bar con todas las chuches, monerías y los detalles de los invitados.

¿Se casarán algún día estos niños?
Pues que se preparen si vienen mal dadas y no tienen de todo para celebrar su boda…
¡Qué mal los educamos!
Bueno, no me voy a poner a dar sermones y voy a hablar hoy de “Martin Aranda”, la marca veteranísima de ropita clásica para niños pequeños, que ha sabido renovarse, en vez de morir. Sus diseños clasicones y tal vez en los últimos años, un poco rancios, han resucitado, gracias a la mano que mece la cuna, que ha hecho que vuelvan a ser niños clásicos, pero con un toque, con magia. Conjuntos monísimos para esas edades, con detalles que les hacen de este siglo.

Ya los estáis viendo. Me encanta la Caperucita verde, con esa especie de capa-chaquetón y gorro a juego, que tenéis en más colores, pero que ha combinado con un vestido rojo escocés de siempre.

Le da un toque innovador, y todo depende de quién lo lleve, ya lo sabemos. Si alguien duda, se la ponéis roja, que es lo que probablemente acabaría haciendo yo.

Pero no me negaréis que la niña está monísima y es una combinación innovadora totalmente.

Ideales los conjuntos de pololos, como éste, estampado en gris y con chaqueta azul Bilbao. ¡Está preciosa! Sustituimos las medias por leotardos y perfecta.

Miradlo mejor aquí, con su picunela, su especie de baberote con lazo de terciopelo, las mangas tan monas, nada clásicas… Es una monería de conjunto y resulta encantador.

Los acabados siempre son muy buenos y la confección, perfecta, así que, por eso no tengáis ninguna duda.
Colosal este bombón de niño con peto de cuadros y bufanda y gorro en gris con greca de colores. ¡Esto sí que es novedad para esta marca!
Pues ha dado en el clavo, porque el niño no puede estar más estiloso. ¡Así se lleva a los niños!

O también aquí, con las bermudas de cuadros, jersey, gorro y bufanda de la greca. ¡Perfecto! Estos toques un poco modernitos me chiflan, porque en el fondo siguen siendo niños clásicos, pero como os decía, con un “algo” diferente.

Otro modelito irresistible es el conjunto de short y blusita de nidos y plumetti, en estampado gris. ¿Cómo es? ¡Qué perfección de conjunto! ¡Me chifla! Fijaos bien en los shorts, en todos los detalles… Y con la chaqueta gris de pompones, ya el colmo del buen gusto.

Yo lo compraría sin dudarlo si tuviera una niña de esa edad.¡Qué volantes! ¡Qué lazo en el short! ¡Absolutamente exquisitoooo!
Y también en gris, más invernal, el conjunto de blusón de toile de jouy con los shorts en gris y volantito crudo.

¿Qué os parece? A mí, sencillamente divino, además de abrigadito y muy ponible con leotardos.

Otro niño clásico renovado: con bermudas grises y chaquetón topo con pelo… Monísimoooo.

El toque que os decía se ve claramente en este niño: bombacho ideal de cuadros con jersey beige con perrito y con un cuellito divino. Pues un niño de portada, no es por nada.

También este clásico de bermudas camel con la camisa de cuadros y chaqueta más innovadora en verde, con pelo en los puños y en la capucha. ¡Bombonazo!

¿Quién no mira así a un niño que va por la calle? Pues nadie, es evidente que está precioso. ¡Madre mía, con lo que estos ojos ven cada día! Si lo veo, lo rapto, jajaja.


Los rosas empolvados, con estampados preciosos, el gorro a juego… ¡Me encanta la niña! El rosa empolvado me tiene loca desde que lo conocí y desde que alguien decidió llamarlo empolvado…

Y en azulón, monísimo el niño con el jersey y gorro de greca, que está siendo un éxito de ventas. Así como el vestidito de florecitas azules de la niña, más clásico, más repollito, pero de las repollitos que me gustan.

Exquisita la tela como también el cuello crudo de volante y las “alitas”, igualmente en crudo.
¡Qué colección más divinaaa!
Este bebote con chaquetón celeste, ya me diréis cómo está…

Muy lejos del típico chaquetón un poco rancio, lleno de gusto y estilo, con pelo camel en los puños, capucha y pompones… ¡Y abrigadísimo!

Con los bombachos y unos buenos leotardos, ideal para estos días gélidos…
Donde de ninguna de las maneras, renuncio a lo clásico de verdad es en los bebés, como veis en este pelele celeste.

¡No se le puede poner de otra forma! Los petos vaqueros, los pantalones grises con gomas o incluso, los conjuntos de animales arriba y abajo están prohibidos a estas edades, por Dios…
¿Qué me decís de este otro pelele más vestidito de plumetti y puntillas en crudo? Por Dios, es bárbaro…

Ni que lo hubiera diseñado yo, jajaja. Para un día de lucirse, fetén.
Los clásicos San Francisco de dos piezas,

divinos… ¿Cuántos habrán tenido mis hijos entre los tres? Ni lo sé.
Siempre bonitos y prácticos, no se los quitaba de encima.
Y ahora que se lleva tantísimo el gris, al menos que sea bonito, como éste: coqueto, con bodoques en el

pecho y cuello de volantito crudo.


Termino en rojo, con estos conjuntos navideños y espléndidos de niño y niña. Bombachos para él con precioso chaquetón rojo de lana y plumas.
La niña, con un vestido crudo de florecitas burdeos y chaqueta a juego. Gorro y bufanda de pompones color arena.
Bueno, lo que os decía. ¿Os ha gustado o no? Los que conocéis la marca, ¿no notáis la diferencia clara entre el antes y el después?
Si yo tuviera niños de esas edades…
Me voy a vestir, que tengo clase de zumba. ¡A sudar!
¡Me encanta, voy como una niña pequeña y vuelvo destrozada pero feliz!
Un beso nuevo pero de siempre