
Un día de puente. Para quienes lo tengan, claro. Es de esos días raros para quienes no lo tenemos, aunque a Dios gracias, el frío polar ha pasado y hay un sol radiante.
Ese sol de noviembre que a mí me encanta. Nosotros íbamos a haber ido a Burgos, pero al final viene Almudena ya para quedarse.

Ha experimentado en cabeza propia lo que es estar fuera de casa tanto tiempo y todos sus sueños de “Antoñita la Fantástica” se han ido derrumbando.

Prefiero que haya sido así, que haya sido ella la que haya tomado la decisión, ya que por mucho que se lo dijéramos, decía que no, que quería estar un año allí (en Irlanda), etc.

Al final, ha visto que tanta maravilla que se prometía, trabajando y estudiando inglés a la vez, no era tal, y vuelve. Eso sí, ya nos ha advertido que el primer día “no quiere hablar del tema”.

¡Ayyy, esta hija mía! Yo, encantada de que esté en casa otra vez, aunque luego peleemos todo el rato.

Ayer por la noche me acosté con mal cuerpo después de leer a una chica que conozco de Facebook algo muy triste como que, un conocido suyo se había arruinado. Tenía un pequeño negocio y le había ido mal hasta el punto de haberse quedado en la calle.

Decía que no había consentido ayuda de nadie por dignidad y vivía en la calle. No tenía miedo nada más que a lo que le pudieran hacer por la noche. Ella le llevaba café y algunas cosas al parque donde sabía que estaba durmiendo.
¡Terrible! Y todo esto pasa y nosotros seguimos nuestras vidas.

Yo, estos días estoy especialmente sensible por las muertes que he tenido en mi familia, pero está claro que todo el mundo tiene su propio calvario. Todos.
En fin me estoy poniendo muy trascendental y este blog no es para eso. Pero así me desahogo también, al escribirlo.
Ahora os animo enseguida con una marca de la que no os había hablado hasta ahora, de esas monas monas con las que ahora me he viciado. Conjuntos de enamorar, no clásicos del todo, pero ni parecido a lo que considero moderno.

Para estas madres de ahora, que tienen poco tiempo y les gusta llevar a los niños monísimos pero sin mucha complicación a la hora de lavar y planchar. Madres no tan clásicas como yo, pero es que yo tampoco tuve opción a llevarles con estas monerías. Hablamos de “Levantelier”.

Patricia y Rocío son las artífices de esta marca que está enamorando por donde va. Como me enamoró a mí cuando la vi, si bien, hasta ahora no he tenido tiempo de enseñárosla.

Como os digo, es ropita sencilla, pero llena de gusto y encanto. Colores lisos básicamente y detalles exquisitos como cuellos de tul bordado, combinaciones chiflantes para llevar a los niños desenfadados, con aire de niños niños, sin mucho adorno y menos cursilería.
Vamos, de esas marcas que ahora encandilan y no es para menos.

Muy, muy lejos de esas otras que sabéis que odio: con miles de volantes, tules, encajes, las de niñas repollo. La cursilería está prohibida en “Levantelier”.

Está de moda lo bonito, el estilazo, la imaginación, las combinaciones fetén, en definitiva, todo lo que hace que los niños estén favorecidos, con un gusto de morir y sin necesidad de gastarte un fortunón. Precios estupendos para ropa fantástica.
Mirad cómo pueden ir vuestras niñas con el pichi Siete Picos, en punto de piqué en azul marino con cruce de tirantes en el pecho.

Combinado con una de sus magníficas blusitas, ya veis cómo queda. ¡Cañón! Un lazo grande en el pelo, una buena prenda de abrigo y perfectas del todo.
También para los más pequeños, el pololo Siete Picos, queda monísimo. Y más si lo lleva a juego de alguno de sus hermanos, como con la camisa de rayas en azul y blanco con cuello mao. ¡Deliciosos!

Vamos, como digo siempre, de ver a un grupito de niños vestidos así y de pararles por la calle. Si da gloria ver tanto buen gusto, por Dios…
¡Qué diferencia con ver a tanta pomposidad que abunda por algunos lares! No puedo con esos diseños imposibles.

Ahora, parece que puede ser diseñadora cualquiera. Y no. Francamente, no.

A algunas, les deberían prohibir diseñar. Soy intransigente y lo sé. Pero hacen tanto daño a la moda…
Bueno, ya estáis viendo esta colección Siete Picos, que más encantadora no puede ser.

No menos bonito ni favorecedor es el vestido Aneto, otra coquetada en crepe rústico de color verde. Manga larga y una especie de volante adornando la parte superior de la propia manga, al lado del hombro.
Pues de nuevo, una colección en la que se te van los ojos… ¡Qué niñas más ideales!


El cuello con volante blanco les da luminosidad y me parece un sueño de vestido. Y atención a los precios…

También bizca me quedo mirando a la bebé, con el pololo de la colección con tirantes de volantes cruzados en la espalda y la camisa blanca Tornera, divina, con bordes dorados.

¡Cómo está la niñita! Unos buenos leotardos y botitas mohicanas de flecos le irían que ni pintadas. En camel, gris…

La sudadera del niño, monísima también y lo que permite que los lleves iguales. Vamos, sin desperdicio. ¡Por qué no habrá más gente con buen gusto!

Además, es unisex, por lo que también queda ideal a una niña mayorcita. ¡Primor de colección!

Y cómo no, no faltan en esta marca los monos. En concreto, una exquisitez de mono que se agotó y acaban de reponer, pero atentas, que no durará.

Es el mono Ubiña, del que poco más tengo que añadir a lo dicho antes de esta marca: niñas actuales, estilosas, frescas…

De crepe rústico, en gris, con cuello blanco de guipur y detalles en el puño, no puede ser más fetén.
Para poner cualquier día, porque si lo guardamos, es una pena. ¡Están tan preciosas para que las disfrutemos! Y fijaos lo fácil que es combinarlo con cualquier color.

Ideal con mostaza, rosa, azul… Infinidad de colores si lo sabes hacer bien.
¡Menudo monazo! ¡Exquisito y a precios ganga!
¿Se puede o no se puede ir bien vestidaaaaa?
Sencillísmo, coqueto y en un punto elástico crudo precioso, el vestido Moncayo. ¿Qué voy a decir yo, si las tres cuartas partes de mi armario son de este color?
Coquetón volante en el cuello y punto. Ni más ni menos.

Ahora, sois las encargadas de ponerles unos complementos monos y lucirlas. No lo podéis tener más fácil. Un chaleco, unas calzas con botas,

bailarinas, pelliza o chaquetón, abrigo mono que le vaya… Mil y una posibilidades.
Nos lo ponen facilísimo.
Y no os lo perdáis combinado con negro. ¡Bárbaro!
Para un día más especial, os enseño el vestido Veleta, blanco, de crepe muy fino, mate con volante en el cuello y mangas de guipur.

¡Otra maravilla!

Fijaos cómo van las niñas con las capitas con puntilla. ¡Lujazo de visión! Ya veis que para llevarlas bien, no hace falta (repito y repetiré) ir a la mejor tienda y gastarte un dineral.

Este estilo informal que se lleva ahora tantísimo suple todo lo demás, aunque sigue habiendo maravillas, que, por supuesto, cuestan lo que valen. Eso, clarísimo.

Pero sé de muchas madres jóvenes, ocupadas, y sin mucho dinero, que se pirran por este estilo. Y yo les animo, porque van de cuento.

Con la falda Mencilla, también van soberbias. De sarga negra con rayas y elástico dorado en la cintura, una falda de nuevo sencilla pero encantadora, que junto con la blusa Tornero, queda de impresión.
Mirad a los niños y yo me callo… Queramos o no queramos, hay niños que han nacido para llevar prendas en negro. Está claro.

La camisa del niño, de la misma tela, con cuello mao, también monísima y juntos, crean una estampa para recordar, desde luego.

Son de esas fotos, que veréis con el tiempo y diréis: ¡Cómo les llevaba de ideales! Un dejà vue para mí.

Otra virguería, el vestido o Jesusito Maladeta, en azul empolvado con punto smock en mostaza. ¡Uhmmmm! Lo veo exquisito y tiene un toque más clásico, si bien le podéis dar el aire que queráis, con los gorros, botas, etc.
¡Súper versátil!
¿Y el Jesusito Santa Tecla? ¡Mamma mía, qué cucada! De brillantina rosa empolvado, desde luego, es un gira-cabezas.

Adorno de lazos chatos en los hombros y braguita a juego.
¿Cómo es? Con la capota y chaquetita en rosa más fuerte, no puede estar más

muñecota, dulce y para comérsela enterita.
¡Bombonazo de Jesusito! Estilosísimo y preciosote.
¿Qué opináis?
¡Mueroooo!
El Jesusito Veleta, igual que el vestido de antes. Mirad a la bebota, con la mañanita cruzada en el pecho… ¡Bufff! Me lo compraría todo. Y con los colores de complementos que más os gusten.

Los peleles para los bebotes, también ponibles, prácticos y además, divinos.

El Siete Picos, de rayas, haciendo juego con toda la colección, queda de morir.

Lo podéis combinar con el punto que más os guste. Unos leotardos a juego y mirad qué bebota tan de revista. Y más y más…
Todo es cuestión de preocuparse un poco, de buscar, hasta dar con lo que quieres.

Petos, peleles, pololos para los más pequeñitos y casi todos, a juego con lo de los mayores. No hay nadie que se quede sin modelazo.
Todo preparado para niños de exposición, vestidos para disfrutar de ellos como nada.
Y no os perdáis sus faldones, increíblemente monos y ponibles, de los que os dejo fotos a lo largo del artículo. Os enseño el faldón Teleno, que es un

cañón: en batista blanca cien por cien algodón y con un adorno de tira de guipur azul idílica. Lleva braguita y no lo puedo ver más

ideal, con los complementos en el mismo azul tan elegante.
Bueno, más o menos, os habéis hecho una idea del estilo y estilazo de esta marca. Estoy segura de que muchas ya la están disfrutando.
Para mí, siempre es un placer hablar de ropa tan ideal, ya lo sabéis.
Un beso encantador
Que maravilla de artículo . Levantelier es elegante a más no poder . Es algo innato en Patricia y Rocio y leer este artículo tan bien descrito todavía hace que sea más bonito . Gracias por hacer que me recree con tu artículo en lo evidente de toda la colección . Un saludo.
¡Gracias Maite! Veo que las conoces bien. Totalmente de acuerdo contigo. ¡Muchas gracias por tus palabras!