
¡Holaaaaa! ¿Qué tal vais? Yo, como siempre, volada. Acabo de estar hablando dos horas por teléfono con mi prima y ya sabéis…
Es de esas primas con las que me he criado y que prácticamente es como mi hermana, así que nunca vemos la hora de colgar.

Siempre que hablo con alguna de ellas (algunas), mi infancia vuelve a mí sin pensarlo y siempre creo que nadie habrá vivido esa etapa mejor que yo.
Ya sé que es una bobada y que muchísima gente ha tenido una infancia maravillosa, pero es que la mía fue fantástica.

Recuerdo la casa de mis abuelos, con mi tía abuela que vivía con ellos y era otra abuela para nosotros o más…

Era el sitio donde todo nos estaba permitido: mi tía nos hacía su soberbia tortilla de patatas, sus inigualables croquetas de carne… y nosotras eramos absolutamente felices.

Digo nosotras, porque eramos mayoría de chicas y las que más estábamos allí.
Siempre juntas, contándonos nuestras cosas, escuchando embobadas a mis dos primas mayores, María Luisa y Cristina (que ya empezaban a salir por ahí), todas sus historias, que si les gustaba éste o el otro… viendo el festival de Eurovisión con avidez y cada una, dando sus votos, como si fuera lo más emocionante del mundo.

En fin, no sé si me estará leyendo alguna, pero coincidirán plenamente conmigo.

Mi abuelo y sus fábulas de Samaniego, que nos contaba una y otra vez y nunca nos cansábamos de escuchar; sus historias del “sacamantecas”, que nos daba un miedo terrible y sus trucos para sacarnos bolas de chicle de la garganta, lo que para mí hacía que mi abuelo fuera la persona más fascinante del mundo.

En fin, que he estado recordando (lo hago muchos días) y sencillamente, he sido feliz, muy feliz. Éramos una piña y digo éramos, porque la vida va pasando, las circunstancias cambian y ahora no tengo la misma relación con todas, lamentablemente.

Pero sí con algunas y mi prima Elena (con la que he estado hablando), María Luisa (todos querríais una prima así), Beatriz… Éstas, como siempre. Como si fuera ayer.
Bueno, que ya sabéis que me lío, pero me encantan esos recuerdos.
Además, me vienen al pelo con lo que os voy a contar hoy.
Porque, justamente, me recuerda esta marca un poco a todo lo que significa infancia, inocencia, dulzura, ingenuidad…
Eso era lo que nosotras teníamos afortunadamente.
Volvemos con nuestras queridas Comuniones. La marca de hoy, recuerda un poco a eso, a las abuelas, a las sábanas de hilo, a los encajes; tiene sabor antiguo, único, sencillo y a la vez, espectacular. Una marca que, desde luego, tiene claro por dónde va y ninguna tendencia del momento le hace cambiar su camino: LaBubé.

De nuevo, de la mano de Carlota Abril, asistimos a un desfile de buen gusto, sencillez y una vez más, como os digo siempre, nos demuestra que no hacen falta grandes adornos, dinerales, ni nada de eso.

Prácticamente, es una colección de lino y encajes de valencien. Ni más ni menos. Y en cada vestido me he deleitado como si fuera una niña pequeña. ¡Qué maravillas!
Muchas diréis que qué simpleza, que vaya exageración… Pero me encuentro tan alejada de esas opiniones y de los vestidos grandiosos, llenos de vuelo, sin ninguna clase…

Me parecen tan horribles, que, cuando veo éstos y otros bonitos de los que os he hablado en artículos anteriores, pienso que qué maravilla tiene la sencillez, el menos es más… En fin, lo que siempre me harto de repetiros.

Pues ya los estáis viendo, todos similares, variando pequeñas cosas. Cualquiera que elijáis es precioso, acertaréis de pleno.

Las coronas divinas que veis, son obra de Sally Hambleton, mitad inglesa, mitad española, y dueña de una de las floristerías más bonitas y reputadas de Madrid.
Me encanta ver todas sus creaciones. Ya lleva 13 años desde que dejó el mundo de las finanzas y se dedicó a su pasión: las flores. Empezó con un pequeño taller y ahora, se puede decir que Sally Hambleton es mucho más que una floristería.

Cestas chiflantes, ramos de enamorar del gusto, plantas y todo tipo de decoración para tus eventos más especiales…

Ahora, con todo un equipo detrás, entusiasta y con ganas de mejorar cada día, puedes encargarle lo que quieras, que tu sueño se convertirá en realidad.
Los tocados y complementos son obra de «Mimoki» y la marca “Malababa”, de bolsos, zapatos, bisutería y complementos que algunas ya conoceréis, ahora con su línea para niños.También con un gusto de morir las dos.

¿Qué os parece el vestido tira bordada? Como os he dicho, lino 100%, puntillas de valencien y tira bordada de algodón. Una joya.

¿Demasiado simple?

Para eso están los complementos. Con la corona que lleva, le basta y le sobra, pero si os parece poco, estos vestidos se prestan a llevar maravillas, que otro día os contaré y que ya os he contado en un artículo pasado también.

El vestido jaretas, más de lo mismo. Sencillez, encanto, dulzura… ¡Niñas, por fin! Qué pocas marcas entienden que las niñas de Primera Comunión son niñas y no novias…
Mirad el detalle de la pechera, con la puntillita en el cuello. Una sencillísima banda y el tocado precioso y fin. Niña bonita al canto. Se necesita imaginación, buen gusto… Nada más y nada menos. Lo que tiene Carlota.

Monísimo el de puntillas de manga corta. También, como veis, en la misma línea. Siempre en la misma línea, sin salirse.
Toda la pechera llenita de puntillas y otras en el bajo. La manguita, formando un volante, también con más puntillas. Y de nuevo, sencillez absoluta.

A mí, con esta pechera y una corona de ese estilo, me basta. Por abajo, casi todos los vestidos son como veis aquí: la caída preciosa del lino delicado y unas sencillas bailarinas.
Jajaja, me río, porque, como os voy conociendo (a muchas), diréis que si me he vuelto loca. Sé que muchas ni lo entenderéis, pero otras sois adictas a Labubé. Lo sé de buena tinta. Y me encanta.

¿Cómo, que mi niña no va a ir de princesa el día de su Primera Comunión? Vamos, ni hablar… es como si os estoy oyendo. Pero tiene que haber para todos los gustos, hijas mías.
El vestido antiguo, una maravilla. Me quedo contemplándolo embobada. ¡Qué pechera y qué mangas! De categoría.

Si queréis, podéis aprovechar y ponerle una banda grande preciosa. Yo se la pondría enorme, de escándalo. El vestido lo permite. En un tono suave, camel o beige, de raso o de tul, da igual. La corona a juego y una niña deliciosa.

Y el vestido de puntillas de manga larga… Para el norte, fetén. Preciosa pechera y mangas de ensueño… La banda y la caída del lino, sin vuelos, sin nada más.
Ya veis que lo de “manga larga”, es un decir… ¡Me chiflaaa, Carlota!

Para las frioleras, o las que queráis que entren en la Iglesia con algo más, tenéis esta chaqueta de algodón 100%, hecha a mano, beige, que le da un encanto especial. ¿Qué os parece?

Mirad qué mona queda, con la abertura por detrás, para que sobresalga la lazada… ¡Qué bonito! Y el tocado, sensacional.

Otro modelo: el vestido picos. Las puntillas, esta vez en forma de pico en la pechera y otras dos verticales, a lo largo de toda la manga francesa.

Aprovechad y ponedle una coronota grande como ésta. ¿De verdad creéis que necesita algo más esta preciosidad? Ayyy, si por mi fuera, que arruinadas estarían algunas marcas… jajaja, no quiero ser mala, pero hay gustos que no entiendo.
No los he entendido nunca, no es nada nuevo. Y esos vestidos que a mí me espantan, siguen gustando y seguirán. ¡No voy a cambiar el gusto de todo el mundo!

Aquí apreciáis mejor la manga. No me digáis que no os trae recuerdos de la niñez… Hay que tener buen gusto para ponerle una corona grande. ¿Veis?
Con estos vestidos, quedan fantásticas. Pero no le pongáis limosnera, banda, tules, encajes, vuelo, can can y corona a la vez, por Dios…

Carlota repite idea con el vestido vintage. No me extraña. Siempre es un éxito. Con el efecto abullonado parece que fuera un traje de dos piezas.
Ya veis qué sencillez y a la vez, qué maravilla. Jaretas, puntillas, lino y la banda rosa antiguo anudada a un lado.¡Clasón!
Mirad qué impecable, con las bailarinas tan sencillas (también en el rosa de la banda quedarían sensacionales) y qué corona… Parece que la niña está bailando.

Si aparece esta niña, al lado de todas las princesas… ¿en quién creéis que se fija la gente? Ahí lo dejo.

El vestido lazo, otra monería. Todo lino, no os molestéis en preguntar.
Me encanta éste. Me tiene loca. Mirad qué ideal queda el efecto de superposición de la falda, fruncida por encima de la cintura y la lazada de lino…

Me parece bárbaro. Y la espalda, vosotras mismas la estáis viendo. Preciosa, toda ribeteada por la puntillita, al igual que el cierre con botones.

La capita de punto, otro detalle encantador para las que quieran “hacer estilo” o que la niña no pase frío. Yo lo haría por lo primero, sin duda, jajaja.
Queda divina con la capucha. Ponédsela sin banda o con una muy estrechita. ¿Os gusta? Ya me diréis.

Carlota va a ir con su colección haciendo showrooms por distintas ciudades, así que, si estáis atentas, podréis llevar a vuestra niña con uno de sus vestidos, que, además de precios sensacionales, tienen todo el encanto de las niñas vestidas de niña, del lino y las puntillas de la abuela, del sabor de la niñez, de la sencillez y del buen gusto.
Otro día, os hablaré de complementos sensacionales que le podéis poner a la mayoría.
Me voy, que el día no me ha cundido nada, con tanto teléfono.
Un beso desde la casa de mis abuelos
preciosos!!!, sabes si tienen camisones y pijamas para este dia, me las piden para la seccion de fotografias,
gracias
p.d. te leo todo, y te sigo con mucha atencion,
Sencillamente Preciosos
¡Mil gracias Maria! Un besooooo.
Eva, no me podia gustar más tu elección!!
Enhorabuena por tu gusto exquisito!!
¡Gracias Mónica! Mira quién fue a hablar…Pero sí, son ideales los vestidos de Labubé. ¡Un beso!