
Hoy es Navidad. Mi Navidad más triste, más desgarradora, más solitaria.
Estuvimos los niños y yo cenando y pasamos un “buen rato”. Reproduje un poco la cena que siempre hacemos en casa de mi madre y eso nos hizo estar “más en casa”.

Conchita, se ha quedado en Valladolid y también estuvieron con la misma cena. Tantos años, pues es lo que tiene. Es como si no pudiéramos cenar otra cosa.

Juan ya nos estuvo contando sus planes. Se van a comprar una casa y si no este año que empieza, al siguiente, se casan. Al oírle, me hundí.

Una noticia alegre y, sin embargo, yo sólo podía escuchar a Luis diciendo: “Qué alegría cuando se case Juan. Tú te pondrás el pamelón que quieres y eclipsarás a la novia”… Él era así. Puro optimismo, alegría, calma, equilibrio, inteligencia, sabiduría. Lo tenía todo. Sobre todo, amor. Nos tenía un amor infinito.

Ya empecé a llorar cuando Juan dijo que si tenía un niño, le iba a poner Luis. Me cogió la mano y no me pude contener…
Es que no me lo puedo creer aún, de verdad. Mientras preparábamos la cena, siempre cantábamos y reíamos… Reíamos también al cenar y después. Siempre reíamos. Y ahora, su risa se apagó y con la suya, la mía.
No tenía pensado contaros nada más de mí, pero me ha salido .

Sólo quería desearos unas fiestas felicísimas y que, a pesar de que muchos habéis sufrido este año, a pesar de esta maldita pandemia que ha hecho que las familias no estén juntas y a pesar de mil cosas, sigue siendo Navidad y sé que muchas lo estáis celebrando en la medida que podéis.

Hacéis bien. La vida es oro, impredecible y hay que aprovechar cada segundo, cada instante de felicidad. Y si es con pandemia, pues con ella. Qué se le va a hacer…

También sé que estáis preparando los regalos con más dedicación que nunca, precisamente porque valoramos más todo.
Cada regalo lo vamos a recibir con toda el alma, sabiendo que lo que te están regalando es algo súper importante, algo que antes no hubiéramos valorado igual. Imagino que sabéis perfectamente de qué hablo.

Pues eso. Mi año 2020 empezó negro y he tenido que estar once meses luchando por intentar vivir, por intentar asumir, por intentar todo.

Ahora mismo, me gustaría ponerme bien en algún momento, porque lo necesito, porque lo necesitan los niños y porque sé que es lo que querría Luis por encima de todas las cosas. Pero me está costando la vida.

Tengo personas que me han ayudado en este camino. Ante todo, tengo un ángel de la guarda en la tierra, al que adoro.
Él ha hecho posible que esté aquí hoy escribiendo. Ha hecho posible un montón de cosas, pero quiero que él reciba lo mismo de mí y a veces, no quiero ni verle, porque estoy mal y tengo miedo de que termine harto de mí.
Estoy con miedos, inseguridades, me pongo mil trabas a mí misma. En fin, que soy un problema andante.

Si estáis en un momento bueno de vuestras vidas (pese al virus, sí), agarráos fuerte a él, no dejéis que pase sin pena ni gloria. No sabemos cuándo va a volver a pasar. No sabemos nada de la vida que nos queda por vivir.

Id a la calle, cantad villancicos o lo que os guste, disfrutad de la familia, de vuestro amor, de todas las pequeñas cosas que cada día nos ofrece la vida.

Yo hago ejercicios para ello y bueno… A veces, voy por la calle ensimismada en mis cosas y veo algún escaparate bonito, algún niño que me llama la atención, cualquier cosa de comer apetecible y me paro, lo miro como si mirara algo así por primera vez. Os juro que son momentos buenos dentro de lo que estoy viviendo.

Y después vendrá Nochevieja y Año Nuevo… ¡Buffff! No sé si voy a ser capaz.

Me repito una y otra vez que tengo que poder, que le ha pasado a más gente, pero hay algunas horas al día en los que me gustaría desaparecer, porque lo paso tan mal, que no me compensa.

Así que, ya veis cómo están las cosas por este blog, que con tantísima ilusión comencé a escribir.
Sólo algunas de vosotras, con vuestros mensajes, me hace seguir escribiéndolo. Vosotras y Luis, que disfrutaba cada noche leyéndolo y “censurándome” algunos párrafos.

Espero que sigáis preparando las Comuniones de vuestros hijos con tantísima ilusión como me decís.
Aunque la pandemia siga, para ellos, será siempre un día grande, no os quepa la menor duda. Y para vosotros, también, porque, como os he dicho, lo haréis con más ganas, con más ilusión y valorando mucho más el estar juntos.
Por supuesto, también para todos esos bebés que han nacido este año convulso y para todos los que nacerán este próximo año.

Ayer mismo, me enteré por mi cuñada, que su hija (es decir mi sobrina política) sale de cuentas en enero.
Y yo, ni sabía que estaba embarazada… Es un niño y se llamará Nacho. No se va a llevar ni dos años con Lucía.

Ni me lo habrán dicho porque cada vez que hablo con ellas, me ven mal, me han visto liadísima con la mudanza, triste, etc.

Y como las conozco y son buenísimas, no habrán querido decirme una noticia tan buena porque les parecería superficial con todo el dolor que estoy pasando yo.

¡Pero cómo no me lo habrán dicho! Yo me alegro en el alma y no digamos Luis, al que le hubiera pirrado ser tío-abuelo de nuevo. Con lo niñero que era…
Bueno, os voy a dejar. No olvidéis lo que os he dicho y que tengáis una Nochevieja estupenda.
Que recibáis el nuevo año con toda la esperanza del mundo, con toda la alegría de la que seáis capaces. La vida vuela.
A ver si a mí me trae un poco de calma interior, de estabilidad. Sólo quiero estar tranquila y un poco feliz, si es que soy capaz.


¡Ah! Bueno, ya habréis visto que hoy no hablo de ninguna marca en especial. Sólo he intentado «ambientar» el post con marcas, revistas y blogs que me gustan.

Y aunque no lo había puesto, os dejo con escritos y mensajes que me mandan y con los que me quiero quedar. Os dejo con el de Marta, que es un alma solitaria, al igual que yo :»Porque has plantado cara a tu pasado, porque te queda todavía mucha ruta.

Porque has puesto todo tu empeño, porque has aprendido a confiar.

Porque has vuelto a levantarte, porque has llegado hasta hoy.
Porque has cometido errores, porque has brindado el alma.
Porque has sentido miedo, porque sigues con ganas. Porque has disfrutado, porque eres humano. Porque te has caído, porque has llorado…
Sí, todo eso. Sin más…
Porque has puesto todo tu empeño. No dudéis de que pongo todo mi empeño. El tiempo, que es sabio, es el que decidirá….
Un nuevo beso