
Bueno, un día más. Un día en el que estoy un poco “resacosa”, ya que ayer estuvimos en casa de unos amigos cenando y nos dieron las tantas.
Una cena opípara, fumar como carreteros (ellos), vinito y copas.
Hace tiempo que no hacía excesos y hoy lo estoy pagando, pero la

verdad es que mereció la pena.

Lo pasamos genial, como siempre con ellos. Recordando cosas y preparando viajes…¡Qué bien se está entre amigos de verdad!
Además, con el fin de semana que me espera en FIMI (tres días intensos de Feria), me ha venido muy bien. Lo único que ahora, estoy con prisas, para variar.
Los niños, justo ayer, salieron los tres. Ni que lo hicieran a propósito. Lo digo, porque tuvimos que sacar a la pobre Tess a las 19,30 horas y claro, después mi marido, la sacó de nuevo a las 4 de la madrugada… ¡Desorden total!

En fin, voy a intentar contentar hoy a la gente que me pide unas cosas y a las que me piden otras totalmente diferentes.
Ambas, para la Primera Comunión. Ya están todas inmersas en los preparativos de la misma.

¡Pues claro que es pronto! Pero como las Comuniones se han convertido en mini Bodas, hay que organizarlo todo con tiempo.
Que si ahora, el comulgante manda invitaciones, encargar los recordatorios, buscar sitio para la celebración, llamar a los posibles invitados de los padres, buscar un detalle para cada uno de los asistentes…

En fin, yo no estoy de acuerdo con todo esto, pero es así. Quiero decir, cada uno que haga lo que le de la gana, pero que el niño mande invitaciones ya es el colmo…
No sé qué dejarán para la boda, si es que se casan, claro.
A mí me gustan las Comuniones más íntimas. Yo no invité a ninguna de mis amigas, y eso que una es la madrina de Juan. Es que no sé dónde vamos a parar.

Tampoco regalé nada a ninguno de los asistentes. Y más gastadora que yo no la hay. Pero con ir a un sitio bonito y celebrarlo juntos, me parece más que de sobra.
Además, como no estoy aquí para dar consejos de este estilo, sino para hablar de los modelos, voy a ello, y como os he dicho, con dos estilos diferentes por completo.
Después no me digáis que no os enseño opciones. Los pobres niños son los que me faltan. Todo llegará.
“La Amapola” y “Dimelo Hilando” son las protagonistas. Las he elegido, porque para mi gusto, reflejan dos estilos, dos maneras de pensar y sentir cómo debe de ir tu hija en su Primera Comunión. Dos gustos, dos personalidades, dos mundos diferentes.

Y como sé que hay gente para todo, os voy a enseñar modelos de una y otra, para que podáis, ver, comparar y elegir el que más os guste.
“La Amapola” se caracteriza por su barroquismo, por los vuelos, los mil y un adornos. Por vestidos princesa, vamos. Diseñan modelos que bien podían ser el de La Cenicienta o Blancanieves el día del baile con el príncipe.

Y con ello, los sueños de muchas niñas y madres fanáticas de este estilo y de ver a su niña exactamente así. Como si fuera su puesta de largo, prácticamente.
Soy consciente del éxito increíble que tiene esta marca. La dueña de una tienda me dijo el otro día, que por cada vestido que vende de otra marca, que es cara y bonita, más sobria, sin tanto adorno, vende 10 de La Amapola.

¿Está claro que gusta, no? Por eso, os traigo aquí sus modelos de Comunión. Para que todas las que suspiráis porque vuestra niña parezca una princesa de cuentos, no renunciés a ello.
Comienza el desfile de princesas con el vestido Marilyn que ya estáis viendo. En rosa, ni más ni menos, de tul bordado sobre fondo de mikado rosa. ¡Princesas totales!

Ya veis, el vestido llenísimo de detalles. Unas mangas delicadas y espectaculares rematan un modelo con la que muchas niñas se quedarán con los ojos como platos. Un vestido rosa, seguro que es la opción de muchas madres, que se quieren salir de lo normal. Lo sé… Si se lo enseñáis a las niñas, éste será el preferido de muchas de ellas, las que son más coquetas y presumidas, seguro.

Desde luego, el vestido no se priva de nada, pero de nada en absoluto. La espalda, con escote cuadrado y el gran despliegue de adornos, incluido el famoso tocado-paellera, que francamente, a mí no me gusta nada.
Pero bueno, voy a intentar no opinar mucho. Las niñas con el pelo tan largo y un tocado paellera me espantan, eso sí que lo digo, porque si no, reviento.

Claro está, que mi gusto no tiene por qué influiros. Yo expongo y digo lo que pienso, pero para eso escribo. Después os enseño todo porque intento contentar a todas.

Otro vestido de cuento es el Sophia. En un tejido muy especial a base de maripositas superpuestas sobre mikado crudo, es la viva imagen de las princesas de nuevo. De las princesas de los cuentos. Así eran y así son.

De nuevo, miles de detalles inundan el vestido con vuelazo. Como el lurex, valencienne, perlas, tul bordado y la gran lazada trasera. Todo ello en el mismo vestido. ¿Cómo os quedáis?

Las amantes de este estilo, lo van a tener difícil a la hora de elegir, porque en esta marca son todos así… es la seña de identidad de “La Amapola”: vuelos, siempre vuelos, adornos y más adornos, fantasía y el hacer como un mundo mágico de niñas siempre vestidas de princesitas, bien en la Comunión, bien en la ropa normal.
Aquí veis mejor el detalle del cuerpo, con escote bastante cerrado y apreciáis las maripositas de las que hablaba. El cuerpo repleto de florecitas y perlitas y las mangas, lo mismo, terminando en volante de tul bordado. ¡Derroche de imaginación y fantasía!


Voy con otro: el vestido Ava. De tul bordado a base de bodoques y dibujo floral, con una pieza delantera plisada y con tablas, muuuuuuuchas tablas.
Y mirad el espectacular fajín artesanal de flores, hecho a mano, pétalo a pétalo. Desde luego, trabajo tiene un rato…
¿Lo veis bien? Otro despliegue de fantasía, volumen, vuelo y más flores, con la corona que lleva en el pelo. Desde luego, más bonita para mí que los tocados anteriores. Pero le sigo viendo el pelo demasiado largo. ¡Qué maniática soy!
No me digáis que en la foto de abajo, no parece la Bella Durmiente dispuesta a que llegue el príncipe a darle su beso de amor… La foto es espectacular. Lo que os tiene que gustar es el vestido, que soy consciente de que a muchas os apasionará.

Tiene que haber de todo en esta vida: más clásicas, más modernas, más de todo… Para esto están los gustos, desde luego.

Además, ahora, como hacen la Comunión tan tarde, hay niñas muy grandes a las que les puede ir tanto vuelo y volúmenes. Si me lo pongo yo, que la hice a los 7 años, me come el vestido.

Y el vestido Brigitte, no viene nada más que a confirmar que este es el estilo de La Amapola: el de princesas por un día. Quieren que las niñas se sientan como en un mundo mágico y que suspiren por ponerse vestidos así.
Bueno, hay de todo. Las hay con mucho carácter que saben perfectamente lo que quieren. Este vestido es de tul de plumetti. El más fresco y ligero, si bien, sin renunciar al súper vuelo, que caracteriza a todos. Tiras y entredoses bordados por todos lados, de nuevo.

La manga de tul de plumetti es una preciosidad. Lo único que no es sólo eso, sino que va unido a todo lo demás. De nuevo, el tocado de mi vida y mi corazón.

La espalda ya la veis: en pico, terminando en el talle alto, con gran lazada trasera, lacitos en las mangas, volumen, entredoses, tocado que se ve demasiado… No lo veo para una niña de tamaño pequeño, pero vosotras mismas. Es vuestra hija y vuestro gusto.

Desde luego, adornos, imaginación y trabajo no le falta a ninguno de los vestidos de La Amapola. A veces me pregunto, cómo la diseñadora, Beatriz Bustamante puede sacar tal cantidad de colecciones en el año. ¡Es prácticamente imposible!
Les felicito por lo que han conseguido. El mérito de Beatriz y su equipo, no se lo quita nadie.

Llega el turno de “Dimelo Hilando”. La marca cordobesa que ha ido a más y que cada vez está haciendo más acto de presencia en el mundo de la moda infantil.
Todo lo opuesto a la marca anterior. Originalidad, sencillez, encanto, no mucho volumen en los vestidos… Es decir, sobriedad con detalles encantadores, pero sin ser empalagosos. No de princesas, de niñas.

De niñas con clase, que van a hacer la Primera Comunión con todas su inocencia y niñez en estado puro. Bueno, eso me parece a mí. Vosotras tenéis la última palabra.
El Vestido Bumburi, de cuerpo de lino rústico con bodoques bordados. Las mangas llenas de encajes como puestos en fila, impecables, y como haciendo un guiño al pasado, y en el canesú, jaretas y más jaretas.

Pero sin que se noten los adornos en exceso. ¿Cómo la veis? Desde luego, es uno de mis vestidos favoritos de

esta colección. La rama de olivo en el recogido del pelo, natural y fresca, le añade aún más encanto.
Mirad la espalda, la riqueza de las mangas, el fajín crema de tul… Opinad vosotras mismas. A mí no me puede gustar más. Y eso que no quería opinar…Pero si no, no sería yo. ¡Ayyy, lo que me cuesta callarme!
El vestido Alambique, de

nuevo nos enseña encanto y sencillez.
Drapeado de batista de plumetti en el canesú, continuando en las mangas, que van a morir en un puño ancho y muy sencillo.
Fajín de tul de seda en este tono o en cualquier tono empolvado, le pondría yo. Si bien, con un tono más fuerte y subido también sentaría de cine. El vestido se presta a ello.

Me priva la corona grande de flores. Lo puede llevar sin problemas.
Favorece una barbaridad y el vestido es tan sencillo que le va como anillo al dedo. También precioso con bonete de crochet, con cualquier cosa

mona en la cabeza, vamos.
Otro que muchas veréis soso o no sé cómo, a mí me pirra. Es el vestido Aguamanil, que viene a ser como una especie de túnica de gasa y tela de saco a modo de hábito.
Así más o menos la hice yo, como una monjita y como toda mi clase.

Divina la espalda, con encajes bordados sobre tul de seda.
Pero es tan poco llamativo y ostentoso… Te tienes que fijar mucho para ver la maravilla y eso es lo que me gusta.

El estilo de la niña en general. Y cómo lo lleva esta niña, que no os creáis que es fácil lucir este modelo y defenderlo con estilo…
Ya habéis visto la pechera, sencillísima. Una hilera de botones en la espalda y esas mangas, que las veo deliciosas .
La hortensia en el recogido medio deshecho, otro toque de encanto.
Medio monjita, medio bohemia, me parece sensacional. Ya sé que estoy opinando, pero me sale sin querer. Yo soy yo y mis circunstancias, qué le vamos a hacer.

Más: El Vestido Linaza, canastero, fácil, dulce…
De plumetti de batista blanco, le encaja a casi cualquier niña.
De nuevo estilazo,

prácticamente parece una gitanilla con capita de ganchillo… Un encanto total, si la niña lo lleva bien.
Córdoba es la ciudad de las mujeres guapas ¿no? En
algunas de estas niñas se adivina esa belleza racial. Para una niña morena, bárbaro.

De nuevo, nos hace volver la vista al pasado. ¿No creéis? ¡Cómo me gusta!
El Vestido Maravedí, más estilo y clase. Se repite del año pasado

y no me extraña. ¿Veis cómo algunos vestidos no tienen épocas?
Precioso, sencillo y discreto, en piqué blanco y encaje de bolillo al tono. Fajín de tela de saco. ¿No os resulta encantador?
Me recuerda al de Almudena, si bien sin el

fajín. Con él, queda una niña bombón, con un gusto exquisito y una clase de morir.
Me puede su sencillez, su lujazo dentro de ésta, el fajín sin rematar…
El bonete de crochet, otra maravilla para este vestido. Como os dije antes, casi le puedes poner cualquier cosa bonita en la cabeza, que seguramente, le irá bien. ¡Fantástico!

El Tilburi, un vestido de lino y tonos verdes. Un canesú lleno de nervios increíblemente favorecedores y una falda sobrepuesta que aporta una elegancia fuera de serie. Impecable.
¿Qué os parece? Los hay bonitos y superiores.

Mirad los detalles: la pechera deliciosa, el fajín de tul verde, el recogido y de nuevo, la niña cordobesa (si no lo es, lo parece), que lo lleva de lujo.

Y la espalda, con ese recogido, también medio deshecho, con las florecitas en verde, la falda que os decía sobrepuesta… Elegancia y buen gusto.


Os dejo más de sus modelos a lo largo del artículo. Ya veis, dos estilos tan diferentes, que lo he tenido que titular así.

Y es que, como siempre digo…¡cuánta gente somos en el mundo, qué diferentes gustos, y cómo todos nos creemos en la posesión del bueno!
Las madres, que son las que al final deciden, lo pueden tener claro o no.
Está visto que todas no, ya que si no, no me preguntarías.


No os voy a decir qué estilo elegiría yo. Creo que las que me seguís, ya me conocéis un poco.
Pero respeto todos los gustos, aunque a veces sea tan insistente y vehemente en lo que opino.
No os comáis mucho la cabeza con la Comunión.

Importa que vayan guapas y que vosotras estéis contentas con el resultado, pero demasiada parafernalia alrededor para la fiesta le quita todo el sentido.
Un beso entre dos mundos
Me ha encantado tu artículo. Lo importante es el Sacramento que van a recibir, las niñas con esas edades están preciosas con cualquier cosa. En la sencillez está lo hermoso.
¡Efectivamente! Muchas gracias Maria Luisa, Un beso.
Y qué pasa con los niños¿ sé que a las niñas se las pone más monas y es fácil que vayan preciosas, pero y los nenes que nunca nos pones para ellos?
María Jesús , tienes toda la razón. Pero no es mi culpa, sino de las marcas. No me gusta poner los trajes armados de Almirante y demás, porque me espantan. He hablado en un artículo de los marineros de Hortensia Maeso y hablaré de alguno más, pero es que a mí, como más me gustan son de calle, con corbata, americana y bermudas o con una casaca mona marinera marino y bermudas en beige. No obstante, pondré los que más me gusten en próximos artículos.
¡Muchas gracias!
Estoy de acuerdo contigo ese es el traje ideal de comunión de niño.
Me gustaría ver fotos d trajes de comunión de niño,
Precioso Eva!!