
Hola a todas… Estoy como nerviosa y no sé por qué.
Será que llevo un día maratoniano desde las ocho de la mañana y no he parado ni para comer.
¡Ayyy, qué malo es el teléfono! Te enrollas sin querer y acabamos hablando del más allá y de lo corta que es la vida.

Es decir, filosofamos y todo con gente que ni siquiera conoces, pero que acaba cayéndote bien.

Pues así estoy yo con las marcas y tiendas.
Parezco un loro. Mis hijos me dicen que si no puedo parar un segundo, pero es que, cuelgo y ya me están llamando.
¡Estos días son de locos! Pero bueno, como me gusta lo que hago, disfruto aunque acabo agotada.

Y hoy, lloviendo a cántaros. La pobre Tess está aburrida, no quiere ni salir. Tapadita en el sofá con una manta, como si fuera una niña pequeña. Así está.
Y bueno, voy a lo que nos interesa, que son las Comuniones.

¡Madre mía, cada año os complicáis más la vida!
De verdad, que yo no podría con tanto preparativo, invitaciones, fotos que se hacen en febrero… ¡Buffff!

Claro, así que tengo las fotos de mis tres hijos, del mismísimo día de su Comunión.
Nada espectaculares, pero sí naturales, con la emoción de ese día en la cara. No me gusta todo tan preparado, ni hacerles fotos de estudio cuando no es el día… ¡Qué le vamos a hacer!

Manías que tengo.
Por eso, hoy vamos a hablar de “Dimelo Hilando”, una marca que me enamora por completo. En su sencillez estudiada, pero llena de matices y tejidos ideales, está el secreto. Niñas sin mucho vuelo, niñas que no van vestidas de princesas, ni de tules ni de mil adornos.

Beatriz, su diseñadora, ha sabido transportarnos a otra época con sus vestidos tan llenos de encanto, de clase, de buen gusto… Me recuerda un poco a la época de nuestras abuelas, donde todo era más natural, más rústico y menos artificial.

Marca cordobesa, su origen se refleja en sus vestidos y también me atrevo a decir, aunque sólo he hablado con ella una vez, que Bea es una chica con muy buena formación y de principios y valores muy sólidos.

Da una gran importancia a la familia, es solidaria y comprometida. Eso, a través de lo que leo y veo, lo sé.
Para mí, y muchas otras, la Comunión no es sólo una fiesta en la que nuestros niños son príncipes y princesas por un día, sino que es algo más.

Si lo sientes, lo sientes y si no, pues no. Eso está claro.
Pero no me parece muy coherente ir a una Iglesia con la niña llena de tules, coronas y adornos y después, no volver a pisarla en tu vida.

Bueno, ya estoy filosofando, pero es lo que creo y siento.
Es más, yo me llevo a veces bien y a veces fatal con Dios.
Discutimos mucho, pero creo firmemente. Lo que ya no me gusta tanto son los intermediarios. ¿Está claro lo que digo, no?

Por eso, cada uno que haga lo que quiera, porque soy la primera que ya casi ni piso la Iglesia y lo siento un montón, pero ha habido muchas cosas que han hecho que deje de creer en ella.
Lo que tengo claro, es que la Primera Comunión es algo más que una fiesta, que un derroche y que la exhibición de los niños.
Estáis viendo las delicias de vestidos de esta preciosa marca.

Son para niñas con clase, sencillas, a las que le gusta lo simple y bonito.
No veréis majestuosidades de tules ni velos ni muchos volúmenes… Y por eso, me encanta. Son vestidos deliciosos, pero que reflejan la inocencia que deben tener las niñas en un día como ese.

Por ejemplo, el vestido Tilburi, que hace un guiño a la Provenza con su estilo, a lo rural, a lo rústico.

Es de lino beige con jaretas horizontales y el cuerpo rematado con una preciosísima tira bordada de lino. Las mangas combinan la misma tira bordada y mueren en blondas del mismo bordado, al igual que en el bajo.

Me encanta para combinar con sus mantoncillos o mañanitas de punto. El can can, con poco vuelo, por favor… y queda mejor sin fajín.
¡Esto sí que es una niña bonita, original y preciosa!

Otro ideal es el Nazarí, de mis favoritos.
Es la sencillez combinada con guipur. Para mí, la joya de la Corona.
De lino blanco, elegantísimo combinado con guipur en beige en el cuerpo (mirad qué pechera) y manga divina calada con una tira ancha en guipur y rematada con volante plisado en lino blanco, al igual que en el cuello y en el bajo.

¿No os chifla? Es una auténtica maravilla. Queda ideal con fajín y can can de poco vuelo. Estos vestidos no necesitan grandes volúmenes para brillar.

Y tampoco grandes dinerales. Son la clase personificada, la carencia de vulgaridad, de excesos, la sencillez…
El Guadamecí, es sinónimo de romanticismo, de bámbula blanco roto, con tira bordada de lino en el cuerpo.

Los volantes en los hombros que van a caer en la cintura lo hacen super especial, a modo de fajín, más lino y más rizo en las mangas, cerrándola con tira bordada de lino.
¿Os atrevéis a llevar a la niña así, tal cual, sin fajín, ni can can? Es como más bonito queda. Un
vestido lleno de matices y personalidad indescriptible.
Yo, sin duda, me fijaría de inmediato en una niña así vestida.
No me cabe la menor duda. ¡Ni la menor!
Sé que muchas lo entendéis.


El Maravedí, es la inocencia hecha vestido, sin más.

De piqué labrado con volante en bolillo rematando cuello, mangas y bajo con bolillo blanco.
El cuello recogido, increíblemente favorecedor.
El peinado, os lo recomiendo recogido para que quede despejado el cuello y la estilice más.

Favorece muchísimo y cómo no, un can can con poco vuelo.
¿No os parecen una exquisitez de vestidos? ¿Habéis visto estos materiales y tejidos tan soberbios y a la vez, tan sencillos en muchos vestidos de Comunión?


Ya os respondo yo: no. Ya os digo que me recuerda a lo antiguo, a lo de antes.

Ahora son todo brillos, vuelos, tules… Eso es lo que gusta.
A quién le guste, claro. Todo depende de tantas cosas… Hay algunos con vuelo preciosos, pero sin recargarlo por todos lados. Me entendéis, ¿no?
El Lizana te transporta a Córdoba. De plumetti blanco fino combinado con volantes en las mangas y en el

bajo, rematado con bolillos blancos.
Recuerda a las gitanas canasteras que tantísimo me gustan.
Me imagino a las niñas vareando los olivos…
Tiene un cuello impresionante y una espalda de capricho total.

Manga estrecha muriendo en el codo para dar paso a los volantes.
Ya sabéis, con can can de poco

vuelo.
Ideal también con mantoncillo, como las cordobesas bonitas y con o sin fajín.

De las dos maneras, formidable.
Si os gustan la mitad que a mí, ya me doy por satisfecha.
El Bumburi, de lino crudo bordado con topos ¡Me pirra!


El cuerpo, con jaretas combinado con bolillo beige rematado en el cuello tipo barco con volante de encaje antiguo.

Las mangas farol con puñeta ancha de encaje antiguo que lo hace muy especial, como pasa con todos.
También, el encaje antiguo divino rematando el bajo. ¿Cómo lo veis?

Éste, favorece más con fajín y ya sabéis el can can, cómo…

Y termino con el Atalaya, en piqué con cuello en bolillo blanco y mangas caladas. El cuello, las mangas y el bajo rematados con plisado en su mismo tejido.
Los tablones de la falda y el cuerpo del tejido favorecen mucho en las niñas delgaditas. Si la vuestra es una de ellas, éste es el idóneo. Le da empaque y con fajín, es un sueño.

Del can can, ya no hablo de cómo debe ser.
Bueno, pues es la colección

de “Dimelo Hilando”, que va subiendo escalones en la moda infantil y no me extraña.

Su estilo de ropa, a Dios gracias, gusta a mucha gente. ¡No van a ser todas niñas repollo! ¡Madre mía, la paliza que me dieron con aquél artículo!

Claro que las críticas vinieron de quiénes vinieron, por lo que me quedo tranquila.

Señores, estamos en democracia y cada cuál que vista a su niña como le de la real gana, pero que nadie se permita el lujo de decirme lo que tengo que poner y lo que no en mi blog.

¡Enhorabuena Bea! Has demostrado mucho, no sólo con tus colecciones, sino con tu humildad, valores y todo lo que hay detrás de ti.

Volveré a tu Córdoba querida pronto, si Dios quiere. ¡Muchos éxitos!
Un beso de claveles