
Hoy estoy nostálgica. Para empezar, estoy escuchando a Serrat, cantando el romance de “Curro el Palmo”. Muchas de vosotras, perdón (vosotros, que no sabéis lo que me riñen los hombres que me siguen), no sabréis ni qué canción es.
Pues es de las canciones que dicen, que hablan , que cuentan una historia…. De esas que te hacen temblar a veces, de las que se te pone una cosa en el estómago…

¿Sabéis a qué me refiero? Temo estar haciéndome mayor, ya que nada me parece que es tan bonito como antes…

No habéis oído siempre a vuestros padres o a la gente mayor, decir: “las películas de ahora, no son como las de antes”…
Pues eso me pasa a mí. Con la música, las películas, la ropa… casi con todo. Yo soy de las que escucho la letra de una canción que me apasiona y la vivo… ¡No sabéis cómo!
Y qué pena me da cuando mis hijos ponen su música y no oigo nada más que gritos en inglés… Pues, sí, será que me estoy haciendo mayor, o que ellos no tienen ni idea, pienso yo.

Porque a mí, desde que soy pequeña y tengo recuerdos, me han gustado las canciones con historia, con mensaje, con algo que decir… Me gusta la canción que comprometa mi pensar… (Pablo Milanés). ¿La conocéis?
No soporto esas canciones de ahora, que triunfan sólo por un estribillo pegadizo y más bien dan pena… Esas no llegarán a ninguna parte.
«Ayyy mi amor, sin ti no entiendo el despertar”… voy cantando a la vez. Me la sé de memoria… “Entre tú y yo, la soledad y un manojillo de escarcha”… ¡Ayyyy!

Esas sí que son canciones. No sé qué haría yo sin esta música… Mocedades, Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez… qué maravilla de letras, de mensajes…

No sé si esto tendrá que ver con algo de lo que os voy a hablar hoy, pero no concibo el mundo sin la música y sin las buenas canciones. Y ahora, hay tan pocas…
Pues veo que sí, he debido empezar a escribir con esta canción, por eso, porque hoy os voy a hablar de maravillas (para quiénes las sepan entender, claro).
Sí, hoy, me voy a dar a mí misma un homenaje. Y a algunas que yo me sé. No sé si muchos o pocos valoraréis lo que os voy a enseñar, pero es algo que tengo que contar.
Ese algo se trata de la confección artesanal más bonita del mundo, de esa que ya está en peligro de extinción…
Yo la encontré y vengo a enseñárosla, para que veáis que hay lujos en esta vida que ni el dinero puede comprar… Bueno, sí que puede, jajaja, pero habría que pagar millones, para mi gusto.
Estoy hablando de Didal. No sé cómo definirla. Es tienda, pero para mí, es algo más… es un reencuentro con lo bonito, con lo que merece la pena, con lo artesanal puro, con mi niñez, con miles de cosas…

Lo descubrí hace un par de meses y me puse en contacto con Rosana, el alma de estas cosas tan divinas, que yo, casi, daba por perdidas.

Y aunque sea, para que veáis, que hay más gente como yo en el mundo (es decir, lleno de pijas, según muchos), os traigo una muestra de lo que se hace en un rinconcito de España, llamado Burriana (Castellón).
Didal on line abrió sus puertas hace 20 años. Organizan todo tipo de labores, enseñan a guiar los trabajos hasta el final de su realización, patchwork, vainicas, crochet, kniting… ¿os suena?

Están especializadas en todo lo referente a la Primera Comunión, por lo que me viene de cine ahora, para muchos que sé que lo valoráis…
Enaguas, pijamas, camisones, cajas decoradas, toallas bordadas, albornoces, lencería, ajuares, etc…. Y también para bebés, cucadas auténticas.

Lo hacen todo por encargo y en algunas cosas, las enaguas que hacen a mano las madres y abuelas, tardan hasta un año entero para que todo sea perfecto… No me lo puedo ni creer .
Una anécdota que me apasiona: las enaguas, que hasta yo, confundí con vestidos de Primera Comunión de lo exquisitas que son, las llevan, claro, dentro del vestido.
Pero son tan bonitas, que la tradición es, que después de la Ceremonia, durante la fiesta, las mamás las dejan así vestidas (no me extraña), con una minúscula chaquetita, de las que me enamoran.


Rosana se encarga del diseño y las mamás o abuelas (sí, sí), realizan el trabajo de mano, como son vainicas y lorzas.

Después, en el taller, confeccionan y terminan la obra de arte.
Están hechas con hilo italiano fino, lo cual es super importante para poder realizar el trabajo .
Se acaba todo con entredoses, puntillas de valencien, acabados de los cuerpecitos bordados a mano y lazos a mansalva, como dice la propia Rosana. ¡Ohh, qué gozada!

Hombre, también confeccionan enaguas terminadas, sin labor de mano, preciosas, con entredoses, puntillas y lorzas, y se venden ya terminadas. Lo de antes es una tradición… ¡Pero qué bonita y bendita tradición!
Y es que, como digo siempre, el trabajo hecho a mano, no se paga ni con todo el oro del mundo (mamá, que sí, que tienes razón en lo que dices), porque es una auténtica joya, que, como los trajes de cristianar, pasan de generación en generación por las familias…
Lo que daría yo por tener una niña de esta edad y ponerle una enagua preciosa con su inicial bordada…

Ya os he dicho algún día que mi madre tiene una cómoda bien cerrada con llave, llena de “inversiones” para nosotras (mi hermana y yo).

Mamá, como te empeñas en no leerme, no verás nunca estas inversiones que enseño hoy…
Bueno, todo lo que está relacionado con el día de la Primera Comunión, lo tenéis en Didal on line, de una manera deliciosa… para que sepáis lo que es bueno de verdad.

Estáis viendo fotos de las maravillas que hacen: camisones y batas, llenas de trabajo, puntadas, horas, etc…
Como el camisón María y la batita a juego, en rosa, digno de una princesa, con vainicas a tono y bordado en degradé… ¡Qué maravilla! ¿Qué os parece?

También tienen camisones de batista, de piqué o lino, etc, que pueden ir a tono con las toallas de rizo, exquisitas y bordadas con su nombre,

Todo, con la mayor ilusión que tiene este día.

Las toallas que os digo tienen aplicaciones de la misma tela de los camisones o pijamas y fijaos bien en las cajas tan divinas que hacen para guardar todo lo relacionado con este día tan especial en sus vidas.

Los pijamitas no tienen desperdicio, me chiflan, como de bañistas antiguas… Mirádlas cómo van, monas, monísimas de la muerte.
Hay algunos muy especiales, de hilo, tanto la bata como el camisón, que desde luego, es un recuerdo colosal para toda su vida.

Los hay con distintos diseños y colores… y no puedo elegir. Son como las canciones que os decía al principio: hay algunas que tienes dentro y no puedes decidirte por una.
Hacen muchas más cosas, como capazos, toallas de playa y kaftanes divinos… Me chiflan

éstos, en crudo, de abajo, con puntillas de tira. Parecen niñas salidas de una película…
Sí, aquí está la pija, Rosa. Si me llamáis así porque me apasionen estas cosas, bienvenido el ser pija… aunque no tengáis ni idea de lo tontos que son los pijos…jajaja.

Me encanta lo mismo que a Rosana: crear y coordinar todo. Utilizan para los capazos, flores de crochet, hechas a mano, puntillas y telas. Todo absolutamente coordinado.

Cada cosa es para una niña determinada y sólo para ella. Se dan medidas y ya está. No hay dos cosas iguales.

Me entusiasmó encontrarme con Didal, para enseñároslo y para que veáis que estas maravillas no han muerto, sino que existen y dónde menos me lo esperaba.

Yo, investigo sin descanso en busca de estas joyas. ¡Lo que me hubiera encantado llevar

una de sus enguas en mi Comunión!
Y ahora, tanto dinero en vestidos que dentro de dos años, están más pasados de moda que todo… que no lo critico, cada uno hace lo que quiere, pero me da tanta pena…
¿Veis? Si os dije que hoy estaba nostálgica. Era el día idóneo para hablaros de estas cosas… que sé que hay más gente de la que parece a la que le chiflan estas cosas, como a mí… que luego me lo ponéis en los mensajes….

Lo veo en mis seguidores cada día.
Podéis encargarle cualquiera de estas joyas y pedir presupuesto sin compromiso. Ya me diréis cómo es todo lo que hacen…
No me digáis que no os apetece regalar un conjunto de camisón y bata o pijama…

Y luego, te das cuenta de que hay marcas, en las que todo es en serie, todas van igual, pero es “la moda” y hay que ir así… Así es la vida.

Que hay cosas monísimas ¿eh? Para qué nos vamos a engañar. Pero no tienen este sabor, este encanto y este amor de las cosas hechas a mano, puntada a puntada.


¡Cuánto me alegro de no seguir la moda a pies juntillas!
Que si yo no encuentro a Rosana, no sabría ni que existía esta tradición tan preciosa.
Además en Burriana… que, por cierto, lo conozco, aunque no os podría describir cómo es porque fue hace tiempo y pasé tal calor que estuve todo el día mareada…
Hombre, algo malo tienen

que tener, jajaja (ya sabéis por qué me río, porque a la mayoría de la gente, sé que os pirra el calor).

Yo no podría vivir ni allí ni en ningún sitio de Levante, pero una visita en invierno pienso hacerle.
Quiero, por favor, que mañana, en todos vuestros maravillosos comentarios, haya alguien que me diga que piensa como yo.

Y si os apuntáis a un viaje a Burriana, pues nos vamos todos y vamos a ver a Rosana, a la que, yo, desde luego, aburriré a preguntas.

Después de todo, no sé si os habréis estado fijando en cada foto, la cantidad de trabajo y puntadas y horas y horas que lleva todo.
Entrad en www.didalonline.com y recrearos un rato y de paso, podéis hacer el regalo más bonito del mundo.
¡Yo no me pierdo cómo hacen esas enaguas que me fascinan!
Un beso bordando
Pienso como tu , la musica de antes me encanta y el blog de hoy recuerda a los viejos tiempos. .
Me encantan estas cosas, las enaguas me parecen como de Escarlata O´Hara y lo demás muy especial, todo ideal.
Hay un camisón que me ha recordado a los que hacía la tía Mariví y creo que tu madre también, con la bata a juego. ¿A ti no?
Muchos besos.