¡Madre mía, qué horitassss!  Parece que siempre voy acelerada a todas partes, pero últimamente, no es que lo parezca, es que lo es.

Sigo con los pedidos de la marca Marina´s, a tope y con mi queridísima hija, que no me da más que quebraderos de cabeza.

Ya se ha despedido del trabajo en el que estaba

(no le hacía falta ni un empujoncito) y está buscando un sitio de Inglaterra para irse un año o así.

Y ya estamos con la vuelta de la burra al trigo… Otra vez, que quiere ir pero trabajando, que hay un sitio donde pagan muy bien, etc.

Como siempre, a empezar la

casa por el tejado. Ya le he dicho que irá donde digamos y se acabó. Esta hija mía puede conmigo.

Pero es que se va a “pagar” su estancia con el dinero que gane en su “trabajo” de allí.

¿Qué trabajo?  ¡Si aún no tiene nada! Pero ya está con otra cosa con la que ocupar su cabecita loca y ya está tan contenta.

¡Ayyy!  Madre mía. Ya os digo que disfrutéis mucho de ellos cuando son pequeños, que después, aunque estéis encantadas, os puede salir una “Almudena” cualquiera y volveros majareta.

Y vamos a lo nuestro, que en esta época, parece que no es otra cosa que los eventos próximos que muchas tenéis (y yo también).

Voy a hablaros de las Arras, pero no de unas Arras cualquiera, sino de las de “LaBubé”, de la que hace poco os enseñé su Comunión y de “No sin Valentina”. ¿Por qué? Porque quiero trasladaros un poco el concepto de “Arras” que yo he tenido siempre y el que me gusta por encima de todo.

No tienen que preocuparse por el color, porque siempre es el blanco o blanco roto. Tampoco de grandes vuelos, encajes y volantes, porque no es lo suyo.

Son las Arras más bonitas y aunque soy consciente de que muchas las consideraréis poco comerciales, parece que a mí y a las diseñadoras de ambas marcas, les da absolutamente igual.

Como he dicho mil veces, admiro a las que hacen su trabajo y pasan por encima de opiniones, de lo que se lleva en ese momento y diseñan exclusivamente lo que a ellas les gusta y les llena.

¡Qué maravilla poder permitirse ese lujo! Ganarán menos que otras marcas, eso está claro, porque en este mundo, gustan otras cosas, los volantes, los colores… y es evidente que hay modelos divinos en otros colores y con más vuelo… Son diferentes vamos. Nada que ver.

Y también hay gente que opina que estas niñas van con “camisones”… ¡Cuánta ignorancia, por Diossss!

No puede haber nada más bonito que unas niñas de Arras vestidas de “LaBubé” o con algún diseño de “No sin Valentina”, donde con sus vestidos exquisitos, bien de lino, de crepe, o de batista y siempre de blanco roto, dan una lección de buen gusto a todo el mundo.

Les pones unas coronitas bonitas de flores a juego con cestitas de paja llenas de las mismas flores y más bonitas, no las hay.

También me encantan con las flores en un rosa empolvado, tanto para la cabeza, como para las cestitas.

Ya las estáis viendo. Siempre en su línea, Carlota Abril, diseñadora de  «LaBubé”, ha vuelto a conseguir que me quede extasiada pensando en cualquier boda en la que las niñas lleven sus diseños.

Yo diría sin querer parecer pedante, que son bodas para minorías, que hay que entender este concepto de Arras. Si no, no hace falta que sigáis leyendo.

Son bodas de gente que sabe, que tiene un gusto delicioso y me consta, por comentarios que se oyen siempre por ahí, que no son muchas, .

Parece que de otra manera vestidos, los niños del cortejo nupcial van a lucir mucho más, pero pienso que todo lo contrario.

Lucir se puede lucir siempre y cuando lleven unos modelos bonitos y vayan armoniosos y no muy recargados.

Pero es que así, tal y como os digo, no hay equivocación posible. Será una boda de lujo.

Modelos como el Flora, que me tiene atontada, largo, de lino estampado con flores blancas y un cuerpo de morir de bonito, con escote con puntillita y pechera de cuento, bordeada con tira bordada y dos filas de puntillas grandes deliciosas.

Talle alto y banda en rosa nude, sin ser de raso. Los brillos le sobran a Carlota. En el bajo, de nuevo una pequeña puntilla.

¿No es una preciosidad de vestido? Imagináos a varias niñas con él… ¡De desmayo auténtico!

Vestidos así no se suelen ver en casi ninguna boda. Alguna habrá, pero yo no la he visto, por desgracia.

El vestido Catalina, en lino blanco y puntillas, corto, pues otra joya del mismo estilo, pero totalmente diferente el diseño.

También de talle alto y con una pechera cuajada de puntillas, que siguen hasta continuar con la manga corta, rematada también con puntillas al biés. Otra puntillita en el escote y banda rosa nude de nuevo. Ni más ni menos.

Mirad la divinidad de corona de flores frescas que lleva.

Pues una cestita con flores iguales, y las niñas están para morirse. Unas bailarinas rosas o alpargatas sencillas y más bonitas, imposible.

El Olivia, en crepe blanco y puntillas, se puede decir que es la sencillez personificada. ¡Pero hay sencilleces que muchos se paran a mirarlas!

Pechera en forma de cuadrado, el cual lo forman las mismas puntillas, perfectamente colocadas y continuando por la sisa.

Manga corta rematada también con puntillas y otra vez, una puntilla pequeña en el escote. Ni bandas, ni nada.

Yo les pondría una corona tal y como la llevan y la consabida cesta con las flores idénticas. ¡Qué espectáculo!

Además, Carlota hace aquí una excepción y este vestido también lo tendrá en rosa. Dada la sencillez del mismo, lo admite a la perfección. Ya me imagino qué tono de rosa será…

¡Una maravilla de niñas!  Y no os preocupéis, que aún faltan los niños, que aún no le ha dado tiempo a sacar. Pero es más de lo mismo: tonos blanco roto, sencillez y clase.

Más y más sencillez, con el vestido Cloe, en crepe blanco y puntillas también. Ya lo veis. Puntillita en el escote, manga al codo rematada por puntillas y un talle irregular hecho con puntilla.

No hay más secreto. Tú te encargas de aderezarlo como quieras.

Fíjaos las posibildades que tenéis… Desde coronas, capotas, semicapotas… ¡Uhmmmm, qué maravillas se me ocurren!

Las flores que no falten. Bien en el pelo, bien llevadas por ellas en un simple ramito o, como os digo, con una cestita con paniculata, que jamás falla.

Este vestido también lo vais a tener en rosa, para las que

prefiráis. Yo me quedo con el blanco.

Y creo que también lo habrá en más de dos colores… ¡Avisadas estáis!

El Valentina es el auténtico camisón, jajaja. En crepe blanco y más puntillas. Escote en pico y manga corta caída, se forma una especie de pico en la pechera,  formado con filas de puntillas.

Sienta ideal tanto a niñas delgadas como a más gorditas por su hechura y la caída del crepe. Yo haría lo mismo: flores en el pelo y en las cestas que lleven en la mano.

Unas bailarinas o manoletinas bonitas y la niña va divina. Éste, también lo habrá en otros colores, pero tal cuál.

Si la novia lleva alguna banda en rosa o en el color que sea, quedaría de fábula ir en ese mismo color.

Y con el Leonor, más de lo mismo. Lino blanco y puntillas. Recuerda mucho al Catalina, variando en pequeños detalles, como la forma de las mangas.

La lazada la tenéis disponible para quiénes queráis, si bien no viene con el vestido, para que lo llevéis como más os guste.

De cualquier manera, irán ideales de nuevo, con este tipo de vestidos y dependiendo, por supuesto, de vuestra imaginación y buen gusto a la hora de elegir los complementos.

¡Me pondría ahora mismo a ponérselos yo a cada vestido! ¡Es que me chiflaría! Cualquier día me pongo a diseñar yo, y veréis… jajaja.

Seguro que no vendía ni escoba, porque no suelo coincidir con la mayoría… Ya os he contado alguna vez, que, cuando teníamos la tienda en Burgos, la primera colección que elegía, solía estar descatalogada, porque no les merecía la pena fabricarlo, al haberlo pedido muy pocas tiendas en toda España…

¡De risa era!  El representante me tomaba el pelo y decía: “Esta colección le va a encantar a Eva”. Y yo ya sabía por qué… ¡Y acertaba, jajaja!

Con el vestido Carlota, termino la sesión.

Haciendo honor a su nombre, de nuevo, Carlota Abril nos enseña un modelo de crepe con puntillas. Escote cuadrado cerrado y rematado con puntillita, mangas al codo cailonas, pechera que forma como un cuadro hecho con filas de puntillas y talle de nuevo irregular y más puntillas rematando el bajo.

¡Qué caída tiene, no es por nada! De nuevo, el camisón tan exquisito puede transformarse en un vestido de alto copete, con coronitas, capotas deliciosas, cestitas o ramitos de flores en las manos y unas bonitas manoletinas a juego de las flores.

Ya sé, ya sé… A muchas les parecerá que me he vuelto loca, con lo ideales que podrían ir vuestras niñas llenas de vuelos pomposos.

No lo dudo. Hay vestidos muy bonitos. Sencillamente, éste es otro concepto. El estilo singular y mágico de “LaBubé”.

¡Ojalá haya muchas bodas con niñas así vestidas!  Y ojo con los complementos, que puede ser un arma de doble filo.

No me ha dado tiempo a hablaros de “No Sin Valentina”. Pero os dejo fotos que si no os enamoran, me sobran las palabras, porque hablan por sí solos.

Un beso a las novias de postín