
Finales de septiembre y ha amanecido un día radiante, después de tres días de lluvia. Me siento a escribir y miles de imágenes se pasan por la cabeza.
No sabéis qué lío tan horrible tengo con lo de si voy o no voy a vivir a Burgos… Ya he ido dos veces a ver pisos. Y las dos veces he vuelto llena de dudas.

Almudena está allí y quiere que vaya con ella. Pero Pablo está aquí, y yo…no sé qué opción es la mejor para todos. Creo que no la hay.
Si voy a Burgos, pensaré que tenía que haberme quedado en Madrid y viceversa.

¡Qué difícil se me hace esta vida! Cada día, lucho contra mis inseguridades y mis miedos. Desde que Luis se fue, se pueden contar con los dedos de las manos, los días que he estado “medio bien”.
Él hubiera tomado la decisión más acertada. Espero que me esté viendo y que me ayude, porque ya no puedo más.
Tess se me está haciendo “viejita”. Ya va a cumplir ocho años y no estoy preparada para que le pase nada y mucho menos para que se muera.
¿Veis? Todo el rato pienso cosas negativas, frustrantes y no lo puedo evitar. En fin, a ver si pongo música y cambio el tercio.
Quiero hablaros de la colección de otoño-invierno de” La Martinica”, que, como cada año, me ha encantado. No nos sorprende con “novedades” increíbles ni con diseños extraños. Es la misma tónica de siempre: niños bien vestidos, con aire clásico pero renovado. Niños de los que te gusta mirar cuando vas por la calle.

No he visto cosa más fea que alguna colección de niñas, en la que, con el fin de innovar, de impactar, introducen todo tipo de puntillas, bordados y pieles, todo junto, por ejemplo, en un abrigo. Me quedé espantada (pobres criaturas con eso puesto) y anonadada, vi cómo tenía veintitantos me gusta en facebook…

Los niños de «La Martinica» son únicos. María consigue temporada tras temporada que yo me quede pegada a sus colecciones.
Un sencillo impermeable, un vestido con un encanto increíble, un conjunto de bombachos de morir… y todo sin perder su sello, su clasicismo renovado, su dulzura.

¿Qué os parecen los conjuntos amarillos? Este tono en pleno invierno y cómo sienta de bien…combinables con varios colores, no pueden ser más bonitos.

Vuelvo de ducharme. Tenía el pelo horrible después de tanta lluvia. Pablo ya se ha levantado y hemos hablado un poco de lo de irme a Burgos.

Él me dice que haga lo que quiera, pero lógicamente, sé que prefiere que me quede en Madrid. Y a Almudena le he escrito pero no da señales de vida. Estará escalando, supongo. De verdad que no sabéis lo mal que lo estoy pasando con tener que tomar esta decisión.

Los conjuntos, también maravillosos, hechos con mucho mimo y detalle, pero también con mucho sentido común. Son versátiles y dan mucho juego para los complementos.
¡Me chiflan los niños así vestidos! Ojalá hubiera más niños así. Sería un deleite para la vista. En vez de verlos con chándal o como os decía antes, tres o cuatro filas de volantes y puntillas.

Yo también he estado mirando ropa para mí. Como siempre, casi todo lo que me gustaba era camel o combinado con camel. El beige me pierde del todo ¡Ayyy, que bonito sería vestir siempre con dos colores! Cualquier cosa que me enseñan, siempre preguntó: ¿lo tenéis en beige?

No lo puedo evitar. Mi armario es bastante monocolor. Lo reconozco. No me gusta el rosa en pleno invierno. Nada de nada.
“Nada de ti, nada de mí, una brisa sin aire soy yo, nada de nadie”… ahora canto esta canción de Cecilia tan bonita…
Hemos estado escuchando su repertorio y mejor no podía ser. ¡Qué letras y qué música! ¡Qué lujazo nos dejó! Imaginaos lo que hubiera hecho de no tener aquel fatídico accidente…

Miguel está preparando una especie de “homenaje” o “recuerdo” a Cecilia. Lo va a hacer en una librería de Manzanares el Real y va a quedar genial. Consiste en leer y contar cosas sobre su vida y sus canciones y también en cantar todos juntos.

Vivir es recordar, no lo olvidéis nunca. Nuestros recuerdos son nuestra vida, así que va a ser un día muy bonito.

¡Cómo noto la ausencia de Luis! ¡Cómo hubiera disfrutado él con esto de Cecilia! Él era un disfrutón de la vida. Era gloria bendita vivir con él.
No tenía que pedirle nada, porque me daba todo.
Me acuerdo de lo que dijo Frida Kahlo (ahora que está tan de moda) a su marido: ′′No te estoy pidiendo que me beses ni te disculpes cuando pienso que estás equivocado. Ni siquiera te pediré que me abraces cuando más lo necesito. No te pido que me digas lo hermosa que soy, aunque sea mentira, ni me escribas nada hermoso.

Ni siquiera te pediré que me llames para decirme cómo fue tu día, ni decirme que me extrañas. No te pediré que me agradezcas por todo lo que hago por ti, ni que te preocupes por mí cuando mi alma está abajo, y por supuesto, no te pediré que me apoyes en mis decisiones. Ni siquiera te pediré que me escuches cuando tenga mil historias que contarte. No te pediré que hagas nada, ni siquiera estar a mi lado para siempre. Porque si tengo que pedírtelo, ya no lo quiero.»

Tal cual. Si tengo que pedirlo, no lo quiero. ¡¡¡Ayyy!!!
Ya ha pasado otro día entero, pero todo lo escrito me vale.
Quiero que la gente que me quiere sea así, incondicionalmente, porque así me siento viva y que merezco la pena.

Vivir el presente, cada día como si fuera el último. Sé que es un tópico, pero yo no lo hago y seguro que
muchas de vosotras, tampoco.
Es necesario, para tener un futuro.
Aunque termine en Burgos, en un ático, pintando y criando gatitos persas ( qué más quisiera)
Un beso entre dudas