
Ya va terminando enero. La cuesta es insufrible y no hablo precisamente de la cuesta económica. Todas estáis hartas de esta situación que nos ha cambiado nuestras vidas normales, rutinarias… Esas vidas de las que a veces tanto nos quejábamos.

Pues ¡hala! Una pandemia que no saben ni de dónde viene ni a dónde va, porque cada vez está todo peor y si os digo la verdad, no tengo ninguna fe en las vacunas. Bueno, ni en nada.

Estoy desganada en general, así que no os contagiéis de mí, pero lo cierto es que algunas me habéis escrito y compartís conmigo lo que acabo de escribir.

Hay que seguir viviendo… ¡Qué fácil es decirlo y qué difícil hacerlo! Llevo una racha que no se la deseo ni a mi peor enemigo.
Todas las tiendas de ropa que están cerrando; los negocios hosteleros, bares, etc… No sé dónde va a ir a parar tanta ruina económica, además del ánimo de todos.
Es impensable que, hace tan sólo un año, aún no supiéramos casi nada de lo que se nos venía encima.
Y ahora, tendrán que pasar años para que volvamos a saber lo que es una vida “normal”.


Llevo varios días sin salir. Bueno, saco a Tess y poco más. Y en casa, tampoco hago mucho, pese a que tengo muchas cosas que hacer. Es una total apatía por todo.

Ayer, cuando estaba publicando fotos en Instagram, me llamó poderosamente la atención una preciosa Virgencita y rápidamente, fui a ver de qué se trataba.
Y fue ese descubrimiento, el que me ha hecho que me ponga a escribir hoy.
Os hablo de “Mezzetta Kids”. Una marca de productos para niños de la artista, Leticia Mezzetta. En su taller de Madrid, pinta cuadros por encargo, restaura y diseña muebles a medida. Y también, desde hace diez años, da vida a las Virgencitas a través de un proceso totalmente artesanal.

Se ve perfectamente cómo están hechas. A mano, con un acabado único y lleno de detalles.

Es curioso, pero cuando he buscado este tipo de Vírgenes, cuadritos, cruces, etc, no he visto nada que fuera tan ideal como para hablar de ello. Y ahora, sin quererlo, me di de narices con ello.
¡Es increíble lo que me gustan estas cosas!

Todo lo relativo a la religión, tal y como rosarios, Vírgenes, medallas, niños Jesús, etc, tal y cómo os he dicho, siempre me ha llamado poderosamente la atención.
Me encanta todo lo bien hecho y siempre he llevado rosarios a modo de collar; las medallas de plata de la cuna de mis hijos, como colgante, etc.

Y eso que estoy muy enfadada con Dios… Definitivamente, no le entiendo. Siempre he sido creyente y quiero seguir siéndolo, pero nos lo pone muy difícil.
Envidio de forma increíble a todo el mundo que cree tan firmemente y que, incluso, al morir la persona que más quieren, dicen tajamente que estará mejor, porque ya está con Dios. ¡Eso lo he visto yo!
Y digo que las envidio, porque son mucho más felices. Es así. Lo aceptan y siguen su vida convencidas de que su amor se ha ido a un lugar mejor.

Lo siento. Creo que es muy difícil estar preparada para este trance y asumirlo tan ricamente. Yo no puedo.
Bueno, en este soliloquio diario que tengo para que me escuche Dios, caben las Virgencitas que estáis viendo y que, definitivamente, me han enamorado.

Se ve a la legua lo bonito, lo hecho con amor y con muchísimo gusto, claro. Porque hay cosas que se hacen con amor y no me gustan nada. Seamos francos.


Creo que es el regalo perfecto que estaba buscando para cuando nace un bebé. Son tan ideales, que es difícil que exprese lo que me chiflan.

Reflejan exactamente la ternura y la estética que andaba buscando. La Virgen niña es una delicia, bien sea de lino, bien de liberty, de lo que sea. ¡Cómo es de divina!
Miguel, que sé que me va a leer, haría esto con la gorra. Esto y más… Pero los artistas son así, bohemios. Es cuando quieren, lo que quieren y les llega la inspiración.

Estoy deseando ver los demás trabajos de Leticia, porque ahora sé de su gusto exquisito, de su esmero, de su buen hacer. ¡Ayyy, si tuviera más ilusión! Seguro que los muebles que diseña son bárbaros.
Mirad que son Vírgenes sencillas. Pero tienen eso que no tienen otros trabajos. No sé … Y además, no me conformo con que sean sólo para los bebés. A mí me encantaría tener una en la cabecera de mi cama.


Como comprenderéis, este año me adelanto y os las recomiendo encarecidamente para regalos, tanto de bautizo, como de comunión. Semejante maravilla tiene que enseñarse, decorar las habitaciones de niños y mayores.

Me rindo ante todas y cada una de ellas. ¡Qué tonos tan requetechiflantes!
Paloma, mi sobrina, me preguntó justo hace dos meses por un regalo especial para una bebota que acababa de nacer.
¡Lástima no haberlas visto antes! Conociéndola, seguro que a ella le encantan también.


No me pueden gustar más los materiales como el yeso, la madera, los retales de tela, pan de oro y de plata…

Ha encontrado la combinación perfecta de materiales, colores y textura para transmitir (o al menos, a mí me lo transmite) la dedicación, el amor y la protección que ahora tanta falta me hace.
Las habitaciones, con un poquito de buen gusto, se transforman en un momento en lugares cálidos y en los que deseamos estar constantemente. ¡Lo ha bordado!

Como ella misma reconoce: “Aunque mi formación me llevaba por otros caminos, la maternidad me encauzó en este oficio para encontrar el valor en lo olvidado y dedicar mi tiempo a los que más quiero.

Desde entonces, he sido una apasionada de la recuperación de la belleza y la armonía, y he puesto mi empeño en la construcción de esta empresa familiar slow”.

Y hay mucha gente, como yo, que se lo agradecemos de corazón. Es difícil encontrar cosas así. Todo lo que veo, me resulta demasiado artificial, no me transmite nada.
Y fue ver estas vírgenes, y, como os digo, tener un flechazo total. Como pasa cuando te enamoras o algo parecido.

Y para colmo de monerías, colabora con Teresa Abaitua, que realiza las Messy Garland (una especie de guirnalda con telas y cuerda) de forma artesanal y que, al igual que las virgencitas, están hechas a mano, así que no encontraréis dos iguales.

Sus irregularidades las delatan y las hace únicas.
Colocadas junto a vuestras virgencitas, creará un ambiente mágico en la habitación de vuestros hijos o, repito, en las vuestras.
Algunos de los modelos se están terminando, lo que no me extraña en absoluto, pero ella se reinventará para crear otros nuevos y deleitarnos con más cucadas.

Ya sabéis que estoy sin ganas de nada. Intento escribir y no puedo. Pero por cosas como ésta, bien merece la pena que me ponga en contacto con vosotras. Lydia, hoy tampoco ha podido ser.

Sé de muchas, que, inmediatamente, van a hacer su encargo. ¡Qué suerte van a tener los bebés de este año!

Los pobres, en plena pandemia, pero con habitaciones decoradas con toda la ilusión y el amor que se pueda.
Y por supuesto, con la ayuda de estas virgencitas, que han cautivado mi corazón.
¡Cuánto necesito ese amor, esa protección! ¡Qué vacía me siento!
Os dejo por hoy.
Le pido a la Virgen que me ayude a poder estar en paz y a aceptar lo que me ha pasado sin tanto sufrimiento.
Un beso decorado