
¡Sigo sin vivir en mí! Este calor me mata, perdonad que lo diga tanto, pero me deja atontada, aunque ya lo estoy un poco de ver y ver tanta ropita y tanta monería.
Ahora, que parece que la casa está en silencio (por unos minutos) ya que mi hija ha sacado a Tess, mi galguita; mi hijo mayor “encerrado estudiando”, con lo que no se le puede hablar, el pequeño que aún no ha llegado del colegio y mi marido, en el trabajo, es cuando puedo aprovechar para escribir un poco.